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Mary Ann Evans de nacimiento, Marian para su familia y George Eliot para el común de los mortales, nació y creció en Arbury; era la benjamina de una familia de clase media rural; era inteligente, curiosa, una gran lectora y su padre le dio una educación muy poco acorde a la que recibían las mujeres de la época... Además de "consentir sus rarezas" (entiéndase su escaso o nulo interés por casarse y tener descendencia). Sabía latín, griego, alemán y un poco de italiano y francés y fue subdirectora de la revista Westminster Review entre 1851 y 1854, donde conoció -entre otros- a George Henry Lewes con quien, a pesar de estar casado, mantuvo una relación ininterrumpida y convivió sin disimulos durante más de 20 años hasta la muerte de él. Este ensayo se publicó en 1856 en el ya citado Westminster Review y nos lleva a preguntarnos si las cosas han cambiado tanto en este último siglo y medio porque ella las llamaba novelas tontas y hoy las llamamos novelas rosas, pero poco más ha cambiado aunque ahora tengamos acceso a una mejor educación; no obstante, la mordacidad y la fina ironía de la que Marian echa mano para describirlas hace que el libro se siga reeditando, que las novelas que utiliza como ejemplo se sigan estudiando en la universidad... Y que a mí me haya encantado |