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Ay, mi pobre Pollyanna, con lo alegre que está ella siempre, con el optimismo que regala y desprende a raudales, y el poco ánimo que tengo yo para hacerle justicia ahora mismo en una reseña pizpireta y dicharachera que desprenda humor y buen rollito... Pollyanna de mis entretelas, es lo que hay. Prometo venderte bien, que es lo que realmente importa, y si haces eso que tú sabes, le sacarás seguro la parte positiva a esta reseña que no está a tu altura. Pollyanna es una niña que ha tenido una vida llena de carencias materiales pero rebosante de amor por parte de su familia. Tras perder a su padre y quedar huérfana, debe mudarse con una tía que vive en otra ciudad y a la que no conoce. Su tía Polly es muy rica, pero también severa, antipática, poco dada a muestras de cariño y con muy pocas ganas de hacerse cargo de su sobrina, pero eso no es impedimento para Polly, que desde que pone un pie en la estación no deja de ver el lado bueno y positivo de todo lo que le rodea... y cuando digo todo es TODO. ¿Cuál es el secreto? "El juego de la alegría", un remedio que le enseñó su padre para afrontar la vida con felicidad y darle siempre la vuelta a las cosas más tristes: si se busca con ahínco, todo tiene un lado bueno. Pollyanna, de profesión parlanchina y que es capaz de mantener conversaciones hasta con los grillos, pronto hará partícipe de este juego a todo el pueblo, que caerá rendido a su encanto y su optimismo... bueno, todos menos su tía, dura de pelar, pero Pollyanna la adora a pesar de todo, y está decidida a quitarle ese morro torcido que tiene siempre y que sea también feliz. Y de esto va Pollyanna, ni más ni menos. Una niña que si le regalan unas muletas se alegra porque no las necesita, que si le dan un cuarto horrible se alegra porque por la ventana tiene una vista maravillosa y que si la dejan sin cenar se alegra porque el pan duro es la comida de sus sueños y no soñaría con nada mejor que llevarse a la boca. Esta actitud ante la vida se va extendiendo por todos los habitantes del pueblo conforme ella comparte su juego, y esa es la red que va dando fama a Pollyanna: los enfermos poco a poco dejan su actitud negativa y acometen las cosas que sí pueden hacer, los gruñones poco a poco se abren a otras personas y demuestran que tienen un corazoncito, los que se llevan mal con el pueblo poco a poco liman asperezas, los que tienen mal de amores poco a poco pierden el miedo a intentarlo de nuevo... ¿Y qué pasará cuando la vida ponga a la propia Pollyanna a prueba? ¿El juego de la alegría seguirá siendo igual de efectivo? A leer el libro se ha dicho :) Os soy muy sincera, yo creo que una niña como Pollyanna, en la vida real, pondría a prueba la paciencia de cualquiera :) Su verborrea no tiene fin, no se calla ni debajo del agua, es insistente, resabidilla y un poco pedante... pero al mismo tiempo te hace sonreír cada dos por tres, y es un ejemplo de empatía, generosidad, humanidad y cariño. Y ese mensaje de obligarse uno mismo a ver el lado bueno y hermoso de las cosas cuando vienen mal dadas en los gestos más cotidianos, en esas pequeñas cosas que tenemos a mano y que nos pueden sacar una sonrisa... yo diría que, con los tiempos que corren, no nos vendría nada mal. Esa es la magia de Pollyanna, su altura moral y ver siempre lo mejor de cada persona, y aunque parezca difícil, como ella dice, solo es cuestión de intentarlo y proponérselo con mucha fuerza. Eso sí... si no lo digo reviento: mi alma de Anne Shirley no me lo perdonaría jamás y montaría un drama (Anne Shirley la de Tejas Verdes, para quien no la ubique). En pocas palabras: Pollyanna no existiría si Anne Shirley no hubiese visto la luz cinco años antes que ella, y eso no admite discusión alguna. Es que hasta comparten su sufrimiento por las pecas, el nombre y el pelo. Eleanor Porter escribió su propia versión del personaje que Lucy M. Montgomery hizo inmortal, y le salió muy rebonico... pero lo que es, es. Yo te quiero mucho, Pollyanna, pero Anne Shirley son palabras mayores :) Pollyanna como historia en sí misma es, por definición, alegría, optimismo, ternura con un elevado sentido de la justicia y la empatía. Ya lo digo arriba, se merece unos cuantos párrafos que destilen esas sensaciones, párrafos que a mí ahora mismo no me salen como me podrían haber salido en otro momento, así que quedaos con lo que realmente importa, con el mensaje del libro: que hay que buscar cosas bonitas en tiempos feos, que hay que agradecer lo que se tiene y no lamentarse por lo que no se tiene, que hay que ayudar a quien lo necesita aunque esa persona no sepa pedir ayuda, que hay que saber mirar más allá de lo evidente en las personas y conocerlas para comprenderlas... Que hay que intentar ver el vaso medio lleno en lugar de medio vacío y mirar la vida con optimismo, aunque de sobra sabemos todos que hacer eso es mucho más difícil que lo contrario. Si tenéis Pollyanna en casa y no lo habéis leído, echadle un vistazo. Visto lo que tenemos encima, lo del juego de la alegría está complicado, pero casi seguro que durante unas horas os aligerará el corazón un poquito. Enlace: https://inquilinasnetherfiel.. + Leer más |