La bailarina de Auschwitz

Cuando salió este libro en uno de los clubes de lectura en los que estoy, no sabía si apuntarme.

Llevo mucho tiempo sin leer nada relacionado con los campos de concentración, de hecho, desde que estuve visitando Auschwitz hace unos años.  
En diciembre tanteé con el Ruiseñor, volviendo a leer sobre la Segunda guerra mundial y al final decidí que tenía que leer la bailarina tras leer la sinopsis. (Últimamente no leo sinopsis a no ser que esté dudosa).

La verdad es que no ha sido lo que esperaba. Esperaba algo más parecido a El hombre en busca del sentido y no, para nada.

Me ha parecido un libro maravilloso, un libro terapéutico. Porque que una persona que a los 15 años fue llevada a un campo de concentración te cuente cómo sobrevivió, no solo a eso si no al después. A la culpa, al miedo constante, a la vida que no pudo vivir, es algo sin duda liberador.

Sin duda es un plus que Edith sea psicoterapeuta desde hace años y durante el libro nos cuenta como las terapias de muchos pacientes, lo que le contaban, lo que hacía con ellos, fueron catárticos para ella misma.

Es un libro duro, nunca pensé que aun me quedaba por leer, ver o saber algunas cosas que se hacían en los campos y en este libro algunas de ellas me han removido mucho. Pero a la vez es un libro que da esperanza, es luminoso, como un renacer, como ver un ave fénix despegar de sus cenizas.

Lloras, sufres, te emocionas, sonríes e incluso ríes.
Me encantaría conocer a esta mujer, me encantaría que fuera mi terapeuta. Escribió este libro a los 90 años. Actualmente tiene 95 años. ¿Seguirá haciendo en Grand Battement?

En cuanto aparece esa terrible palabra en el título de un libro: Auschwitz, ya creemos que sabemos lo que vamos a leer. ¿Tan claro está? Pues aunque no lo parezca, por lo visto queda mucho por decir de este capítulo aciago de la historia humana, si no fuera así, ¿cómo es posible aún hay gente convencida de que el holocausto no existió realmente? (bueno, también hay otros que están seguros de que la Tierra es plana).
Este libro es un buen ejemplo de que de algo tan trillado se puede sacar una innovación. Está contado de desde el punto de vista de la escritora, que desde su trabajo como psicóloga en Estados Unidos, recuerda todo por lo que tuvo que pasar simplemente porque su familia tenía unas creencias diferentes a los que ostentaban el poder en aquellos momentos. Es la historia de ¡más de un millón de personas!, pero no solamente centrada en el encierro y el horror, sino, sobre todo, en lo que quedó después.
Aunque hay algo común que me he encontrado en casi todos los libros que tratan de este tema y que están contados desde el que ha sobrevivido: Hay una falta total de emociones en la forma en que lo narran. No puedo, ni quiero, ponerme en la piel de alguien que ha tenido que pasar por algo tan horroroso, por lo que entiendo muy bien que quieran verlo desde el otro lado de la barrera, desde un lugar alejado, supongo que para que no duela tanto.
Todo comienza cuando Edith es una jovencita con una vida muy agradable: siente pasión por el ballet, comienza los primeros escarceos amorosos con un chico… hasta que llega lo impensable. Me ha dejado hecha polvo cuando los niños de su calle la escupen, me ha desgarrado la parte en que los americanos entran en el campo, pero saber que sus padres tuvieron la oportunidad de escapar antes de que todo se fuera al garete y decidieron seguir con sus vidas, viendo lo que se les venía encima, me ha llegado a poner de muy mala leche, salvando las distancias, no he podido dejar de pensar en esas personas que han tenido que abandonar a su familia y sus casas hace poco por la nueva guerra entre Rusia y Ucrania, de nuevo la historia se repite, por mucho que otros digan que conocer nuestras historia sirve para no volver a cometer los mismos errores.
Una lectura que consejo a todo el mundo, porque nos deja muchos aprendizajes, me quedo sobre todo con: Si ella pudo, yo podré.

He de reconocer que esta novela me ha sorprendido totalmente. Esperaba una historia más sobre los campos de concentración, protagonizada en esta ocasión por una chica que baila. Mi sorpresa es encontrarme con una novela que en la página 115 la protagonista ya está fuera del campo de concentración. Si a eso le descontamos otras casi sesenta hasta que llegan allí, quedan poco más de cincuenta páginas de campo de concentración.
¿De qué va pues La bailarina de Auschwitz? Pues de algo que apenas se contempla en este tipo de novelas: ¿Qué paso son los que sobrevivieron a un campo de concentración tras su liberación?
Porque da la impresión de que con el final feliz de que están libres, ya todo se acaba. Sin embargo, está muy claro que ese es solo el principio de una durísima etapa, porque esa durísima experiencia, no puede dejar ilesos, no digo ya físicamente sino mentalmente, a los que la sufriendo, comenzando simplemente con el hecho de pensar por qué ellos han sobrevivido y buena parte de sus familiares y amigos no.

Ese es precisamente el tema principal de esta novela. El cómo la protagonista de la misma pudo hacer frente a su sufrimiento y dar respuesta a esa pregunta tan angustiosa: ¿Por qué sobrevivió?
Por eso La bailarina de Auschwitz no es en realidad una novela sobre los campos de concentración, sino el largo camino que la protagonista y tantos otros como ella en realidad, tuvieron que seguir para curar en la medida de lo posible, el horror que tuvieron que padecer.
Un proceso que no es corto ni definitivo

Según avanzan las páginas, casi sin que nos demos cuenta, estamos pasando de una novela a un libro de autoayuda. Porque las claves que está utilizando para su curación, son las mismas que la protagonista está aplicando a sus pacientes, hasta el punto de que los pacientes de la protagonista, que con gran esfuerzo se ha convertido en una reputadísima psicóloga son los que pasan a ocupar las páginas del libro, que pasa a estar repleto de citas sobre la curación del dolor que llevamos dentro.
Claro, que si prestamos atención, ya desde el principio la novela apuntaba en esa dirección:



OPINIÓN PERSONAL

No me gustan los libros de autoayuda. Y aunque al final en buena parte La bailarina de Auschwitz termine siéndolo, lo es desde luego de un modo muy peculiar y entretenido, porque sin dogmatizar, lo que la autora nos muestra es su propio camino hacia la curación. Un camino recorrido en gran parte junto a sus pacientes, cuyas experiencias la sirvieron también como base para crecer ella.
Vamos, que no es una novela con recetas aplicadas a los demás, sino su propia experiencia.

Creo que ha quedado muy claro, que La bailarina de Auschwitz no es una novela sobre los campos de concentración, sino más bien sobre cómo tuvieron que lidiar los supervivientes de los mismos tras ser liberados.
Pero al mismo tiempo, es una historia sobre todos los hombres y mujeres, sobre el sufrimiento. Porque no hace falta haber estado en un campo de concentración para que los acontecimientos de tu vida puedan llevarte al sufrimiento.
De ahí que esta novela sea tan universal, tan interesante para cualquier tipo de lector, porque le hará enfrentar a sus propios dolores y sufrimientos. Porque parte de una premisa muy realista con la que quiero acabar a propósito del sufrimiento.

La bailarina de Auschwitz es pues mucho más que una novela sobre un campo de concentración. Es una historia universal sobre el sufrimiento y el dolor y la lucha por afrontarlo y sanar el dolor que nos produce. Muy recomendable.



Enlace: https://www.elbuhoentrelibro..

“Con qué facilidad se convierte la vida que no vivimos en la única vida que valoramos”

Como muchas historias de sobrevivientes de la Segunda Guerra Mundial, y en particular de prisioneros de los campos de concentración La Bailarina de Auschwitz es un testimonio desgarrador de una joven mujer que lo perdió todo pero tuvo la fuerza y el espíritu para continuar con su vida, a pesar del dolor. La historia de Edith Eger es desgarradora y sin importar cuántas veces o cuántos testimonios sigan apareciendo, ninguno deja de ser impactante. ¿Cómo fue posible que otros seres humanos vieran con tanto desdén y tan poco respecto a otros? Y aunque después de finalizada la guerra muchas veces se repitió “nunca más”, la realidad es que estas situaciones se han vuelto a presentar una y otra vez en la época contemporánea, en menor escala si se quiere, pero no han desaparecido. Lo peor es que, con frecuencia, seguimos cerrando los ojos.

Este libro me ha sacudido enormemente. Sin embargo, considero relevante hacer una aclaración: la traducción del título al español es totalmente errónea y puede llevar a su lectura esperando una cosa y recibiendo otra. En un principio, a mí me sucedió: estaba esperando únicamente un testimonio, una historia y sí, una historia de supervivencia, pero este es un libro que es más cercano a la psicología. de hecho, el título en inglés se traduciría como La elección y no como la bailarina. Y, si bien hay bastantes capítulos dedicados a la historia de la autora, a su vida antes del campo de concentración y durante el mismo, al final, creo que el tema central del libro no es su experiencia con el ballet, sino su crecimiento personal y la superación del trauma del genocidio.

De hecho, la autora, después de abandonar Europa, estudió psicología en Estados Unidos y posteriormente se volvió alumna de Víctor Frankl, otro superviviente de la Guerra y de los campos, y reconocidísimo psicólogo. Muchos de los capítulos se basan en la experiencia de Eger como psicóloga y hace referencia a muchos casos que le ayudaron a ella a reconocer sus miedos, mismos que había enterrado, y a superar sus traumas. Porque, y esto resulta impactante, ella no superó lo vivido en Europa sino hasta casi 30 años después y en gran medida esto se debió a que no se animaba a enfrentarlo: enterró el miedo y el dolor y trato de seguir adelante.

Ahora bien, en un principio (y como estaba esperando otro tipo de texto), me sorprendió un poco el giro del libro; sin embargo, está tan bien escrito y maneja temas fundamentales que me atrapó en su totalidad. Me ha hecho reflexionar –no solo en cómo nos planteamos la vida y cómo manejamos nuestros problemas, sino también en ciertas cuestiones personales. Aún estoy intentando digerirlas pero sin duda, es un texto que, siempre y cuando el lector sea receptivo, tiene importantes lecciones de vida y plantea cómo mejorar y sanar de viejas heridas. Me quedo con una frase que la autora reitera en múltiples ocasiones: muchas veces, somos nosotros mismos quienes construimos y mantenemos una prisión en nuestras vidas y si bien podemos haber sido víctimas de una situación, es nuestra decisión mantenernos ahí, negándonos la felicidad. Buscamos miles de maneras y excusas para no ser felices, que no disfrutamos el hoy y el ahora. Y no hay nadie más que uno mismo capaz de superar sus miedos y vivir en paz.

Hay personas que leen solo con los ojos, pero hay libros que tienen que ser leídos con el corazón.

"La bailarina de Auschwitz" es una historia de supervivencia y superación. Una historia sobre el logro personal tanto a nivel emocional como laboral.
Cuando leemos un libro, lo terminamos y decidimos que nos ha gustado tanto, éste deja su huella en nosotros, pero además tardamos un poco hasta volver a retomar con otra lectura. Quizás ese sería el termino adecuado para describir mi estado una vez terminé el bestseller de Edith Eger (después de hace más de un mes estoy siendo capaz de escribir una opinión completa, espero que bien defendida y explicada). Me sentí completamente fascinada. Esta lectura me mostró otra perspectiva más del mundo y, sobre todo, me enseñó que hay muchas formas de superar o no las cosas en la vida. No es necesario aplicarlo a un caso tan extremo como el Holocausto, pero lo bueno del libro de Eger es que la escritora trata distintos casos y situaciones por las que pasan las personas (por ejemplo, la muerte de un hijo, la falta de autoestima y seguridad en sí mismo, el maltrato doméstico, etc.).

Voy a comenzar desde el principio. Edith Eger es judía de origen húngaro y con tan solo 16 años la enviaron a Auschwitz junto a su hermana mayor Magda. No estuvo más que un año en el campo de exterminio, pero las dos sobrevivieron. Como no quiero contaros todo el libro, porque creo que tenéis que leerlo, simplemente os diré que, tras haber sido salvada por los soldados americanos, pasados unos años emigró a EEUU, estudió Psicología y finalmente, comenzó a desempeñar esa profesión.

No sabría si hacer una disección del libro o simplemente contar mi impresión, pero me da que va a ser una mezcla de las dos cosas. El libro está dividido en cuatro partes, en las que Eger va contando su historia. La primera parte llamada "La prisión" trata sobre cómo vivían en Kosice, Eslovaquia, posteriormente parte de Hungría; cómo terminaron en Auschwitz que se convirtió en su prisión, en aquel infierno imposible de describir; La segunda parte de su historia es “la huida”, seguida de “la libertad” y “la curación”. Eger relata con el más minucioso detalle su "experiencia" (por llamar de alguna forma aquella tortura) en el campo de concentración basada en sus recuerdos de joven que no ha podido bloquear en su mente. Es una historia realmente dura de leer, pero a la vez es inspiradora, llena de esperanza y superación. Para mí este libro es una obra de arte del siglo XXI y debería ser de lectura obligatoria.
Está escrito tan ameno, con un vocabulario fácil y sencillo, transportando al lector en aquellos tiempos, haciéndole sufrir junto a la protagonista, pero también haciéndole replantearse muchos aspectos de su vida. Es un libro que hace que veamos las cosas desde otra perspectiva, abarcando mucho más allá del blanco y negro, dándonos a entender que existe la escala de grises y que ningún extremo nunca es bueno.

"La bailarina de Auschwitz" es una muestra sobre el odio al que es capaz el ser humano, pero también lo es sobre la continua lucha de sobrevivir. Podría considerarlo en cierta medida un libro de autoayuda porque es como una pequeña guía que nos transmite mensajes positivos y reflexiones. También es una medicina para el alma, porque tras muchísimos años de silencio la escritora lo rompe y para poder superar un trauma tan integrado dentro de ella, empieza a escribir sobre esta etapa de su vida contando todo sin tapujos.

Esta es una inspiradora historia llena de reflexiones realistas y positivas tras un período tan oscuro a través del cual la autora desvela el terror, el dolor físico y emocional, el miedo, la fuerza interna, la esperanza, la superación y recuperación. Esta lectura es un abanico de emociones que representa todos los estados por los que pasa una persona después de sufrir un trauma. Y en ese momento esa persona tiene solo dos salidas: dejar que el terror le envuelva conviviendo con ello hasta que se vuelva loca (o cualquier otra cosa peligrosa que podría hacer) o salir hacia delante superándolo.

Hay libros que marcan la diferencia y este es uno de ellos. Este libro nos entrega un mensaje excepcional, – un conocimiento sobre el pasado, pero también sobre el presente, dándonos las herramientas necesarias para cambiar el futuro – convertir el mundo en un lugar mejor, aunque sin olvidar que lo más importante es convertirnos nosotros en mejores personas encontrando la paz, el equilibrio y la felicidad. Es una llamada para todos y cada uno de nosotros demostrándonos que no hay trauma en la vida que no pueda superarse, solo es necesario creer y poner todo de sí mismo para luchar y conseguir la recuperación.
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