No es el beso delicado de una pareja en su primera cita, ni el beso de un hombre impulsado por simple lujuria. Me besa con la desesperación de un hombre moribundo que cree que la magia de la vida eterna se encuentra en este beso.
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No es el beso delicado de una pareja en su primera cita, ni el beso de un hombre impulsado por simple lujuria. Me besa con la desesperación de un hombre moribundo que cree que la magia de la vida eterna se encuentra en este beso.
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Me besa con la desesperación de un hombre moribundo que cree que la magia de la vida eterna se encuentra en este beso.
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-Me aseguraré de que tú seas la única que me lleve en sus brazos.
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-A veces, cuando caminamos en la oscuridad, nos topamos con algo bueno
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Me encanta la idea de un líder destinado a dirigirnos para salir de estos tiempos oscuros. Me encanta el romanticismo de formar parte de algo bueno, y correcto, liderado por un grupo de personas destinadas a ser héroes. El único problema es que esta no es mi pelea. Mi pelea es la de recuperar a mi hermana y tenerla sana y a salvo. Mi pelea consiste en cuidar que mi madre no se meta en problemas y guiarla hacia lugares seguros. Mi pelea consiste en alimentar y cuidar lo que queda de mi familia. Hasta que estas batallas queden permanentemente ganadas, no puedo darme el lujo de ver más allá, al cuadro mayor de guerras contra dioses y héroes románticos. |
El hermoso rostro del ángel se desvanece mientras mis párpados se ponen pesados. No he dormido en dos días, con el temor de perder la oportunidad de hablar con el ángel si se despertara y muriera enseguida. Dormido, tiene la apariencia de un príncipe encantado sangrante encadenado en un calabozo. Cuando era más pequeña soñaba con ser Cenicienta, pero supongo que en realidad soy la bruja malvada. Pero Cenicienta no vivía en un mundo postapocalíptico invadido por ángeles vengadores. |
Lo sacudo. Yace ahí, inmóvil, como la estatua de dios griego que parece. Le doy una bofetada fuerte. Sus ojos parpadean y, por unos instantes, me miran. Lucho contra el pánico urgente de salir corriendo. —¿A dónde se dirigen? Él emite un gemido, sus párpados se cierran. Le doy otra bofetada, lo más fuerte posible. —Dime a dónde se dirigen. ¿A dónde la llevan? Una parte de mí odia a la Penryn en la que me he convertido. Odia a la chica que cachetea a un ser moribundo. Pero guardo ese sentimiento en un rincón oscuro, donde pueda molestarme en otro momento, cuando Paige esté fuera de peligro. |
—No estoy molesta —susurro. —Por supuesto que no lo estás. Una chica como tú, pasando el rato con un guerrero semi-dios como yo. —Casi tropiezo con una rama caída. —Tienes que estar bromeando. —Nunca bromeo sobre mi estatus de guerrero semi-dios. |
A veces, cuando caminamos en la oscuridad, nos topamos con algo bueno. |
—¿Qué demonios eran esas cosas? —No estoy seguro —limpia la espada con su camisa. —No eran de tu especie, ¿o sí? —No —desliza la espada de nuevo en su funda. —Bueno, tampoco eran de la mía. ¿Hay una tercera opción? —Siempre hay una tercera opción. —¿Algo como pequeños demonios malignos? ¿Incluso más malignos que los ángeles? —Los ángeles no son malignos? —Ajá, sí. ¿Cómo se me metió esa loca idea en la cabeza? Ah, espera. Quizá surgió de aquel asunto de atacar y destruir el mundo que vosotros empezasteis no hace mucho. |
Novela de ciencia ficción, escrita por Richard Matheson, en 1975 se titula: "En algún lugar del _________"