Cuántos de los tuyos han muerto

El escritor mexicano Eduardo Ruiz Sosa decide exponer en esta recopilación de once relatos una serie de historias costumbristas que a pesar de ser diferentes se enhebran entre sí de tal forma que componen una maravillosa obra sobre la muerte, su sentido, la ausencia, la memoria y todo aquello que la envuelve.

Después de cinco años desde su última publicación, el autor originario de Culiacán, ciudad de México, Eduardo Ruiz Sosa regresa con una recopilación de once cuentos relacionados con la muerte. En ellos se refleja muy bien la esencia de este país de Centroamérica, en el cual este momento de la vida humana es considerado como algo natural que se trata con respeto y veneración de forma pública.

La pluma del autor es exquisita, enriquecedora y culta. Juega con las palabras y géneros literarios creando un estilo propio a través de una estructura muy original, consistente en romper la linealidad de la forma narrativa con una más lírica, de frases sueltas y versos.

Del mismo modo el texto carece de diálogos y se hace uso de numerosos saltos de reglas ortográficas y sintácticas.

Los personajes, a pesar de lo efímero de sus apariciones, se encuentran muy bien construidos y perfilados, creando así un libro esencialmente dirigido y realizado por y para ellos.

Algunas de las frases que aparecen a lo largo del texto son impactantes, obligando al lector a detenerse en medio de la lectura y reflexionar sobre lo leído.

Los relatos giran en torno al fin de la vida desde diferentes perspectivas, puntos y formas cuyos ejes se centran en la muerte física, de ideas o estilo de vida. Esta temática va desde lo más metafórico como el paso del tiempo, no conocer el paradero de alguien que sigue vivo y las enfermedades como el alzhéimer o la parálisis, hasta lo físico como la vejez o los asesinatos.

También hace una crítica social de la muerte desolada de numerosos inmigrantes que cruzan a diario las fronteras y el mar en busca de un lugar mejor.

Todo ello tiene como misión hacer que el lector reflexione sobre el sentido de la muerte, la igualdad que nos une ante ella distinguiéndonos por un alma que desaparece de este mundo, lo que queda alrededor de la misma y cómo las personas que están entorno a ella forman una comunidad unida por el mismo dolor.

Un punto a destacar es que los personajes no tienen nombre en casi ningún relato, esto aunado a la naturalidad, realidad y cercanía de las historias, permite al lector sentirse identificado y formar parte de los mismos.

Al finalizar el volumen, el autor presenta una nota en la que expone, de manera significativa y en pocas líneas, la razón de sus relatos así como la inspiración que le provocó la composición de cada uno de ellos.

Personalmente he de confesar que no solo me ha gustado, a la par que sorprendido, el estilo propio del autor, si no que me ha enamorado por completo con cada uno de sus relatos, los cuales he disfrutado enormemente, quedándome con la sensación de abandonar a los personajes al finalizar un relato y comenzar el siguiente. A veces, incluso mientras que leía uno no podía dejar de pensar en el anterior.

Recomiendo que los relatos se lean despacio, disfrutando de cada una de las palabras, embriagándose de la esencia del autor, reflexionando detenidamente cada uno de ellos, dado que se encuentran lleno de significado y despiertan los sentimientos.

En conclusión, creo que el autor ha creado una composición de cuentos que conforman una oda al fenómeno de la muerte acercando al lector a la misma y ayudándolo a convivir con ella de una forma natural.

La agonía de ver a alguien morir lentamente pesa sobre los vivos. Cada visita realizada a ese ser querido que cuya luz se va apagando poco a poco es una espina clavada en el corazón, una nueva imagen en el álbum de recuerdos que atesoramos de esa persona. Tanto si la causa es una enfermedad que lo envenena por dentro como si se trata de una ausencia prolongada que esconde la muerte el dolor crece. El final de esa incertidumbre de no saber cuánto tiempo falta para terminar de despedirse de alguien empieza con el fallecimiento real de ese pariente, amigo o conocido. En «Desaparición de los jardines» y «El sanatorio de la intemperie» se retrata con crudeza esa angustia a través de la voz narrativa que se aferra fieramente al atisbo que queda de seres amados que pertenecen más a la muerte que a la vida.

El fallecimiento de alguien es, a veces, inesperado. Ante las pérdidas súbitas, se niega la realidad y la ausencia de esa persona en nuestra cotidianeidad de una forma más acentuada que cuando una enfermedad engulle a alguien a lo largo de meses, años o décadas. Hablar de lo que supuso ese ser amado para nosotros ayuda a que lo que no queremos reconocer como verdad lo acabe siendo. Dentro del transcurso de esa aceptación hay tantas variables como relaciones tenemos con seres queridos. Algunas de ellas las remarca el autor en «La garra de la estatua», «Que el mundo arranque tus ojos», «Muerte de David Brodie» evocando fragmentos de vida compartida entre el narrador y los difuntos. de ese modo, comparte lo que significaron esos muertos. En el primero de los tres relatos mencionados es donde más congoja se expresa, puesto que la estatua manca simboliza el hueco emocional que deja la pérdida de la madre.

Cuántos de los tuyos han muerto es una obra intimista sobre el duelo por la muerte de los seres amados, el peso de sus ausencias y las distintas formas de sentir en la piel el fallecimiento de quienes queremos.

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La vida de los personajes de estos meritorios relatos se mezcla con la vida en y de México mediante un heterogéneo conglomerado/entramado de historias, que son el anclaje del valioso libro del interesante escritor Ruiz Sosa. La barbarie y la sevicia del hombre ligada a la civilización mexicana con coordenadas reconocibles, que oscila entre trama social e intimidad, y las señas de identidad mexicanas giran en torno a la pragmática violencia, a la muerte, a los hechos sangrientos, a la cruel venganza repleta de maledicencia y de una brutalidad contenida a punto de canalizarse de forma sinuosa. La violencia como reflejo de una forma de vida. Un libro que no defrauda.

La muerte es uno de esos temas de los que todos tenemos algo que decir pero que a pocos gusta profundizar. En literatura (y sobre todo en poesía, pero ese es un tema del que podríamos hablar en algún momento) puede tomar tantas formas como alcance imaginativo tengan los autores y en este libro de relatos se destaca el ánimo del autor por construir o dejar constancia de un auténtico caleidoscopio de cuerpos y coágulos de ausencia.

Es difícil hablar en conjunto de una docena de relatos, porque siempre habrá unos que nos llamen más la atención que otros. Lo que sí comparten estos es el modo poético en el que están narrados. Me ha sorprendido que en la disposición del texto nos encontremos de vez en cuando con la versificación, no sé si como recurso para llamar la atención sobre esos fragmentos o por una necesidad del autor de experimentar con la forma.

Como decía, la muerte se presenta mediante objetos, huesos, recuerdos, ceguera, fingimientos y finales abiertos. La muerte es un imán que irremediablemente nos conduce al centro, al origen. Es un disparo que súbitamente congela las pulsaciones del tiempo.

Ahora que lo he terminado me doy cuenta de todo lo oculto que alberga, de la reflexión que se esfuma con cada página que dejamos atrás.

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Prosa poética brutal e imaginativa que da justo en el blanco. Aquí encontré el prisma de la muerte, que refleja tantos claroscuros desde tantos ángulos, en solamente 11 cuentos.
Dulzuras y tristezas, memorias y olvidos, México como trasfondo y legado pero también como melancolía perpetua.
Hay una gran resonancia en los relatos, donde las situaciones terminan con un gran < Gong > y los ciclos se cierran, pero la muerte nunca se remedia.
Mis favoritos fueron 'La garra de la estatua' y 'Una voz sin cuerpo'.

📣 "La muerte le traía a este presente. Todas las muertes son este presente. Todas las muertes siguen ocurriendo hoy."