La primera vez que le ayudé a fingir su muerte pensé que era parte de su trabajo como actor no una necesidad vital que incendia las tiranías a las que nos sometemos |
La primera vez que le ayudé a fingir su muerte pensé que era parte de su trabajo como actor no una necesidad vital que incendia las tiranías a las que nos sometemos |
Siempre se espera que las respuestas sean definitivas, que algo en las palabras sea de tajo el golpe que ordena el esqueleto roto de los años.
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El actor es en los otros solo cuando no es él mismo.
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¿Cómo relacionarnos con el mundo si no es mediante la precariedad del cuerpo?
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Largamento pensó sobre la ceguera fingida, sobre el engaño, no aquel del que sospechó en el hermano, sino el de su cuerpo, que le prometió por destino una sombra que ahora se le ofrecía como luz que todo lo toca.
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Hay que salvarlo de la intemperie, dijimos todos. Y era una orden una súplica un mantra un canto cualquier cosa cosa que a cada uno de nosotros le fuera útil para comprender, para hacer ver que era nuestra responsabilidad la de procurar la libertad de lo que aquel ojo nos encarecía desde su encierro. |
Como agua para chocolate