“Con los hombres y las mujeres sucede lo mismo que con los melones de Añover. Hay de todo; la dificultad está en saber escogerlos. El que se lleve chasco en la elección, quéjese de su mala suerte, pero no desacredite la mercancía…” ~ El sí de las niñas de Leandro Fernández de Moratín. Obra de teatro divertida, amena y de denuncia. ¿Se puede pedir más? Francisca, una joven criada en un convento, tiene su destino marcado: casarse con don Diego, un hombre “viejo” (60 años, ojo al percal). Lo que nadie sabe es que Francisca conoció a Félix y se enamoró de él pero Felix es realmente Carlos, sobrino de don Diego. En el medio, los criados de ambos con un papel relevante en la obra, y, como voy viendo en la lectura de los clásicos, en la línea de todas las obras de teatro de este estilo. Me ha gustado y me ha parecido fantástico la forma de denunciar esa obligación moral que ata a padres e hijos e incluso, en este caso, al sobrino con su tío; esa obligación que uno tiene por acatar las normas y deseos de la familia por encima de todo. |