Un estilo que hace fiel esa frase de los profesores de los talleres de escritura, narra como si cada palabra te costase dinero, minimiza y ahorra. Frases cortas con un humor soterrado que va introduciendo al lector lentamente en una relación de amistad profesional que duró treinta años.
Jean Echenoz era un autor desconocido en aquellos años, treinta y un añitos, con un manuscrito que había rechazado más de una editorial, se decide a enviarlo al señor Lindon, sin nada que perder. Y sucede el milagro. Firma el contrato sin leerle, por si en algún momento se arrepiente y cambia de opinión.
Este relato cuenta esa amistad. Con la muerte del editor, Jean piensa en el largo recorrido que han hecho juntos. Una maravillosa forma de despedirse de quien un día confió en un escritor anónimo.