Reconozco que al principio me costó zambullirme en el libro. Las primeras páginas me daba la impresión de que saltaba de una cosa a otra e iba a la deriva. Yo venía de otra lectura y no tenían el mismo ritmo. Una vez dejé pasar un tiempo, lo retomé y ya pude navegar por 𠇊rchipiélago”, un conjunto de islas (Creta, Bali y Manhattan), en cada una de las cuales un protagonista vive su vida al límite, cada uno 𠇎ncierra el universo” en sí mismo y como ellos dicen: son “héroes estrellas” de sus propias películas, dioses de sus propias pasiones. Los tres protagonistas son seres apasionados en su manera de vivir: uno por la pintura, otro por el surf y el otro por la fotografía. Viven desde, para y por su pasión. Tienen espacios donde se encuentran como peces en el agua: la pintura, las olas del mar, el loft donde la vida es una secuencia de fotografías… Cada uno de los protagonistas, como las islas donde “las arenas corren y el viento las lleva a todas partes, el mar redondea los cantos”, se deja llevar por las olas de la vida en busca de sí mismo. Lo explica muy bien el segundo protagonista, el surfista, que de hecho llega a Bali “persiguiendo una ola”: 𠇎so quise que fuera la vida, enclaves, panoramas; los atravesaba sin mirarme la nuca y derivaba por la costa, acechaba paredes movedizas que avanzan sin detenerse nunca”. Les acompañamos en su paseo donde no faltan cultura, geografía, eros homosexual sin afectaciones, humor, ironía, dosis de melancolía… Mi narración favorita es la tercera: El fotógrafo de Manhattan, que se siente libre en un amplio loft, que “infundía amplitud de ánimo, una propensión al vuelo”, con su pasión en la fotografía, que permite que las imágenes se hagan "más visibles que lo visible”. Al leerlo me ha dado la impresión de escuchar mucha soledad: los personajes viven en su isla de ausencias. + Leer más |