Las señoritas Alan se fueron a Grecia, pero fueron solas. Abandonadas de su joven compañera atravesaron Malea y labraron las aguas del golfo Sarónico. Solas visitaron Atenas y Delfos, ambas consagradas por la literatura, una sobre la Acrópolis, rodeada por mares azules, y el Parnaso, donde las águilas de piedra y las aurigas de bronce se dirigen sin desmayo hacia el infinito. Temblorosas, ansiosas, embotadas por la gran cantidad de pan digestivo, prosiguieron firmemente hacia Constantinopla y dieron la vuelta al mundo. Pero nosotros debemos contentarnos con una bonita, pero menos ardua meta. "Italia petimus :volvemos a la pensión Bertolini.
|