Atando cabos

Es una novela, que a diferencia de otras historias de la autora iba a radiar el optimismo. O eso dijo Proulx. Porque por lo menos el inicio de la historia es totalmente desgarrador. Conocemos a Quoyle, el joven padre y marido y vemos como absolutamente todos se aprovechan de él, le desprecian, le mangonean. Quoyle parece un oso Yogi pero en persona y para hacer cosas aún peores no tiene nada de ambición. Enamorada de su infiel esposa Petal poco a poco ve como su vida se desmorrona. Ese duro inicio toma otro rumbo cuándo entra en la escena la tía Agnis. Junto a ella Quoyle recuperara una vieja casa familiar en la costa de Terranova. Tendrá que aprender vivir de nuevo, intentar a encontrar su lugar en la pequeña y muy cerrada sociedad del pueblo. Eso solo puede acabar en una tragedia o ser un éxito rotundo. 📚
Es sin duda una historia mágica, que al principio nos golpea con la ruda descripción de la crueldad y no nos deja empatizar mucho con ninguno de los personajes para luego, poco a poco, convencernos a aplaudir a cada cambio positivo en las vidas de los personajes principales y pasarlo mal por cada contratiempo. 📚
Como un personaje especial se puede destacar el pueblo pesquero de Terranova. La vida tan distinta a la que conocía Quoyle en Nueva York, la dureza del mar y de la naturaleza, los lazos creados entre los pocos que habitan esas tierras, el violento pasado de la tierra inhóspita. 📚
Tan pronto como Quoyle, sus hijas y Agnis llegan a Terranova me enamoré de este libro. Os lo recomiendo mucho. Y si conocéis la película con Kevin Spacey y Julian Moore, no os dejéis engañar: poco tiene que ver con la increíble narración de Proulx.

El protagonista, Quoyle, es un hombre poco agraciado, con sobrepeso, inseguro, acomplejado, que se ve a sí mismo como un periodista de tercera. Con un pasado marcado por el suicidio de sus padres y un futuro laboral incierto, la muerte de su mujer en un accidente de coche, hace que Quoyle y sus hijas dejen Nueva York por una pequeña ciudad en la costa de Terranova y se intalen junto a su tía Agnis, una mujer valiente y luchadora, en la casa de sus abuelos. Quoyle trabaja en el periódico local, las niñas van a la escuela y van creando lazos de amistad con la gente del pueblo. En un proceso lento y nada fácil, Quoyle llegará a aceptarse y se liberará de sus fantasmas. El entorno de Terranova, pese a su hostilidad y su dureza, resulta clave en el proceso.
La historia es el relato de una persona que decide empezar de cero en un lugar totalmente nuevo y diferente a lo que conoce. La narración te lleva a los helados y salvajes paisajes de Terranova, con una ambientación tan buena que te hace sentir muy de cerca el mar y el frío. Una novela agradable de leer, con algunos puntos que sorprenden y aunque por momentos puede parecer lenta, es eso lo que te hace percibir cada detalle de la historia que te va cala sin que te des cuenta.

En esta novela, publicada en 1993, se ha utilizado con gran maestría la exageración y el humor negro para conseguir unos personajes peculiares, excéntricos, conmovedores y hasta trágicos. Muchos consideran que el personaje de Quoley, el protagonista, es exagerado, exacerbado, un tipo de personaje que no podría existir en la vida real, el prototipo del perdedor. Y sin embargo, es un personaje creíble, creíble en su evolución, que acaba aprendiendo de sus errores. Porque en el fondo, Atando cabos es una historia costumbrista, de segundas oportunidades. Pero más que de exageración, yo hablaría de lo rocambolesco, de lo que casi roza lo inverosímil pero no llega a alcanzarlo del todo.
E. Annie Proulx, conocida también por una narración corta que más tarde fue llevada al cine como Brokeback Mountain, es una de las autoras más leídas de USA y ha recibido algunos de los premios literarios más prestigiosos de su país. Muchos han etiquetado su estilo como realismo mágico. Y efectivamente, el realismo mágico impregna toda la novela con gran sutileza y, al mismo tiempo, aprovecha para abordar también sutilmente todo tipo de temas de denuncia, como la mala gestión de un territorio, los abusos sexuales y el tratamiento que se hace de ellos en los medios o los desastres ecológicos…
El mismo paisaje es como un personaje más, preñado de extremos meteorológicos y geológicos, tan hermoso como aparentemente duro e inhóspito, que en el fondo no consigue determinar ni doblegar a aquellos de sus habitantes que persisten en enraizarse en él, de la misma manera que uno se enraiza en el libre albedrío.
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Tras la muerte de sus padres y después de que su esposa fallezca en un accidente de coche (cuando lo dejaba definitivamente para irse con uno de sus amantes), Quoyle, un tipo acostumbrado a que todos se aprovechen de él y no lo respeten, decide dejar Nueva York y trasladarse con sus dos hijas pequeñas y una hermana de su padre a la que prácticamente acaba de conocer a Terranova, a un pueblo del que proceden sus antepasados. Una vez allí, se instalarán en la antigua y ruinosa casa familiar en la que crecieron su padre y su tía.

A través de los ojos de Quoyle iremos conociendo el pueblo y a sus habitantes, la mayoría bastante peculiares. Veremos cómo, poco a poco, va reinventándose, adaptándose a su nuevo entorno y al estilo de vida de la zona, y entablando relaciones con sus nuevos vecinos. Y seremos testigos de cómo intenta aprovechar esta segunda oportunidad que le da la vida para comenzar de nuevo y ser feliz.

Esta es una historia que habla de amor, paternidad, amistad, familia y de esas segundas oportunidades que da a veces la vida para dejar el pasado atrás y comenzar de cero.

Antes de empezar este libro no leí ninguna reseña sobre él, pero sí vi que tenía buena puntuación y que ganó varios premios. Así que pensé que, aunque no fuera el tipo de historias que suelo leer, me gustaría.
Pero la verdad es que no ha sido un libro para mí. No digo que sea un mal libro o que no esté bien escrito, pero el estilo de la autora no ha terminado de gustarme, en algunos momentos se me atragantaba un poco y me costaba bastante avanzar. Por eso, aunque me ha gustado la facilidad con la que la te traslada al ambiente local, al frío y las duras condiciones de la zona, no he disfrutado de esta lectura.
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