La furia del silencio

La furia del silencio nos narra la emancipación ideológica de un adolescente, Facundo, en un contexto delicado a nivel político y cultural en Perú . Partiendo de un entorno familiar muy religioso y de unas costumbres o hábitos muy particulares que recuerdan también situaciones similares en nuestro país, Facundo se plantea o se cuestiona el modus vivendi y silenciosamente busca una salida a una existencia que él considera represora.
Escuelas que con la excusa de la fe atemorizan y amedrentan a sus estudiantes con el beneplácito de sus padres, la importancia de la imagen social de cara a una galería vecinal muy crítica con las diferencias, el miedo instalado en esas familias que tienen siempre en mente la opción de salir huyendo en busca de un país políticamente estable que les augure un futuro liviano y con seguridad para sus hijos....
Facundo se acompaña de un sueño profundo cuando alguna de estas circunstancias lo superan y en un momento determinado, desde su silencio, decide actuar.
Se cuestiona esa religión que lejos de proyectar paz esconde con permisividad toda debilidad humana para los que la representan. Las diferencias de ver el mundo entre sus padres, por miedo o por cualquier otro sentimiento que no comprende pero que no defiende, o no actúa, ante un cambio que perjudica más a su país si eso era posible y de la misma forma a todos los más desfavorecidos que no tienen opción para escoger o decidir cómo van a seguir adelante. La soledad, la incertidumbre, esa fortaleza que crece sin hacer ruido...
Un libro que nos habla de un periodo delicado con el ascenso de Fujimori y su lamentable dictadura, que ofrece una idea global de lo que supuso en la convivencia de sus habitantes, sus percepciones, pero con una narración sublime que te desliza en su historia con mucha naturalidad. Un relato próximo, humano y con una paz que nos llega desde sus páginas a pesar del momento histórico escogido como escenario. Digno de releer.

La furia del silencio es una historia que se cuece a fuego lento, en un país que ha sufrido unos acontecimientos políticos que van a cambiar el rumbo de su historia.

Lescano rememora unos años de su vida que son cruciales para su madurez y nos va contando poco a poco, a través de sus amistades, su familia, y sus experiencias lo que va sucediendo en Lima (Perú). Aparentemente una novela entre política y drama, pero con muchos temas dentro de ella: la religión, la homosexualidad, los asuntos turbios, los estatus sociales, todo desde la vista de nuestro protagonista, que tiene 17 años.

Es una novela tranquila, sin grandes saltos de emoción, con una prosa sencilla y fácil de entender, con su toque de autor. Sí que he echado de menos más profundidad en algunos capítulos, pero entiendo que visto por un joven, hay que entenderlo desde esa perspectiva. No me ha disgustado esta lectura, pero tampoco me ha encandilado, la verdad. Lo que más me ha gustado es la pluma del autor para narrar las cosas y saber algo más de este país, bastante desconocido para mí.

Me habían hablado bien de éste libro pero debo reconocer que lo empecé con miedo, porque podía ser una historia lenta y más densa de lo que me apetecía... nada más lejos. Leyendo "La furia del silencio" no dejaba de imaginármela como una miniserie con sus dramas y entresijos, donde cada personaje tiene un papel relevante y siempre quieres saber qué pasará a continuación. Se lee muy bien, y eso ya es todo un plus.

¿De qué va? Nuestro joven protagonista padece narcolepsia, es decir, cae dormido en los momentos y lugares más inoportunos sin poder evitarlo. Está en "esa edad". Rebelde, se cuestiona su entorno y las decisiones de los que una vez fueron su modelo a seguir. Su fe religiosa está decayendo, el mundo ya no le parece justo, observa cómo se invisibiliza a los jóvenes o se abusa del poder sin ningún castigo.

Así que se larga. Es aquí donde empieza su viaje, cuando descubrirá lo que se esconde para aquellos que no se atreven a abrir los ojos. El libro encierra una dura crítica social y política, a la corrupción y a algunos de los momentos más desangelados y oscuros (literalmente) en las calles de Lima.

El mayor acierto es su estructura. Tiene una primera parte donde nos da a conocer a los personajes, su personalidad, entorno... y después, con todo en su sitio, llega el golpe al estómago. La cruda realidad. Un viaje en el sentido literal pero también metafórico, ya que la narración se encarga de arrastrarnos por las emociones que van viviendo sus protagonistas y en especial, Facundo. Él aúna todo. Finalmente, en su tercera parte, los capítulos dejan de estar numerados en lo que entiendo como un mensaje indirecto. Ya no hay un control. Se han roto las normas y lo que antes era correcto, ahora es inaceptable.

Para ser su primera novela, Carlos Dávalos demuestra un potencial infinito. Éste libro llega avalado por la crítica y como siempre con una faja donde lo ponen por las nubes, aunque yo suelo hacer caso omiso a esa información porque... no me fío. Sin embargo, y tras leerlo, me atrevo a decir que es una lectura adictiva y de la que difícilmente os podréis arrepentir.

Breve y concisa, de las que no necesitan prosa barata ni extensas descripciones para meternos en la historia. Una novela dura pero bonita que refleja la maltrecha situación de una sociedad herida, que no quiere mirar, que vive de espaldas a la realidad para no enfrentarse al miedo. ¿No sentís que todos encajamos en esa descripción? Porque a veces todo lo que callamos estalla, y ese arma invisible no acepta réplica.
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Facundo solo tiene dieciséis cuando empieza a descubrir que todo lo que le rodea es atrezzo. Su familia, su hermana está embarazada y su mejor amigo sufre abusos, una curiosa criada obsesionada con la televisión; relaciones familiares, que como todas, a veces cuesta entender; su entorno, un colegio católico opresor y su país, donde Vargas Llosa acaba de perder contra un Fujimori que se hace con la presidencia de Perú.

Todo estalla, antes o después. Lo que queda después es lo que va a descubrir. En un Perú lleno de apagones, de militares a las puertas de las televisiones, de corrupción de las fuerzas de seguridad. Unos años noventa, como siempre, llenos de promesas. Tiene momentos de , ese viaje también fuera del colegio, del mundo donde los adultos gobernamos, que una vez fuera de nuestra lupa hace que un día sea capaz de cambiar una vida.

Es de cocción lenta, sin grandes giros y ,quizá, con abuso de diálogos. Pero es un viaje iniciático que nos reconforta al vernos como ante tanta miseria solo queda lanzarse al vacío y formar él también parte de todo lo que puede desencadenar una tempestad.