Tenemos una novela de tintes autobiográficos ambientada en la Indochina colonial que ganó el Premio Goncourt en su día y actualmente ha sido traducida a más de cuarenta idiomas. De hecho, la foto de portada de esta edición nos muestra a la aurota en la época en que se ambienta esta joya. En nuestra historia –y la de Duras, propiamente dicha-, una joven de quince años y origen francés vive con su familia en Indochina a principios del s. XX. Están arruinados y su madre siente cierta predilección por el hermano mayor de la protagonista, detalle que se palpa durante la narración. Es entonces cuando, paseando con su vestimenta peculiar, conoce a un chino, diez años mayor que ella y con un poder adquisitivo bastante importante, y su vida cambia. Un clásico de la literatura francesa que merece la pena leer; el estilo diferente de la autora, con saltos temporales y cambios en la narración, puede gustar más o menos, pero desde luego no deja indiferente. A mí, me encandiló… aunque sí es cierto que aunque es un libro cortito, me ha gustado irlo leyendo poco a poco e ir disfrutando y saboreando la historia. Somos partícipes del despertar, el paso de la adolescencia a más allá, donde la inocencia se va perdiendo en esa relación amorosa que nada entre amor y miedos, que es rechazada rotundamente por la familia de la chica. Pero también lo somos de la relación de la familia en sí, la mayoría de las veces desquiciante (al menos a mí me lo ha parecido). Su estructura, a base de párrafos y frases cortas, de las que se quedan grabadas además, hace que se lea de manera bastante fluida, pero, como he comentado más arriba, a mí me ha encantado descubrir la historia muy poco a poco. Una novela llena de sentimientos encontrados y desconcertantes, desde luego es una lectura diferente que merece la pena ser descubierta y disfrutada. Tenemos adaptación a la gran pantalla, en 1991 y de mano de Jean-Jaques Annaud. |