Le collier de la reine

Era un temperamento intrépido, que llevaba el mal hasta el heroísmo y el bien hasta el mal.

¿Estoy bien despierta? ¿Es a mí a quien le están ocurriendo todos estos contratiempos?

Lo sé, y uno y otro hemos descendido desde entonces. Yo ya no soy una fuerza, sino los despojos de lo que fui. Vos ya no sois un arrogante joven, sino un respetable príncipe.

Si no es para mí - se dijo Andrea -, tampoco es para nadie.

El infortunio de las coquetas es que nunca se creen amadas por sus amantes

María, yo sentí que vos me amabais. Vuestro pie se acercó al mío en el coche de alquiler, y sentí que desfallecía. Vuestra mano rozó la mía ...

Un hombre y una mujer se traicionan en un beso

El collar ya conoce el cuello de Vuestra Majestad, y no puede ser de nadie que no sea la reina de Francia.

Yo le recuerdo el amor a los hombres, el amor a la igualdad. Usted marcha sobre los pueblos para besar la mano de la reina y yo coloco a las reinas a los pies de los pueblos para elevarlos siquiera un grado.

¿De dónde le viene la audacia de preferir su principio al mío? ¿Usted defiende la realeza? ¿Y si yo defendiera a la humanidad?