Para oponerse a los envidiosos que vinieran, y a los cuales la Providencia no tendría quizá tiempo de quitárselos de delante [...], escribió sobre su puerta este verso que Grotius grabara el día de su huída en la pared de su celda: 'A veces se ha sufrido lo bastante para tener derecho a no decir jamás: soy demasiado feliz'.
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