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Cuando era joven Mauro Larrea levantó un imperio de la nada con sus manos, con su inagotable esfuerzo y con una inteligencia innata para los negocios, consiguió convertirse en uno de los hombres más ricos y poderosos del México de la época. En la actualidad, sin embargo, casi treinta años después, un accidente de última hora en uno de sus últimos negocios le hará perderlo todo de la noche a la mañana. Comenzará entonces un viaje a contrareloj para recuperar todo lo que ha perdido, que lo llevará de México a la Habana, y de aquí hasta Jerez (pasando por mi Cádiz de camino), sin saber que por el camino entrará en juego mucho más que simplemente dinero. Han pasado más de cuatro años desde que leí "El tiempo entre costuras", un libro que me descubrió un nuevo mundo y me hizo valorar un género que pensaba, prejuzgándolo, que quizás no era para mí. Lo que me gustó el tiempo entre costura, lo que me gustaron sus personajes femeninos, lo que me gustó la trama, y como esta llevaba a su protagonista por diferentes países y culturas, aún lo recuerdo hoy. Y es quizás, eso último lo que marca su estilo y lo que más me ha gustado de "La templanza", esas tramas con constantes saltos entre diferentes culturas y lugares. Pese a que he disfrutado el libro por todo lo que comparte con "El tiempo entre costuras", y también por todo lo que aporta por si mismo, quizás no me han conquistado al completo ciertas partes de la trama, ni ciertas resoluciones que se me antojaban sencillas y siempre a favor de los protagonistas. Junto a este hecho, también me ha aguado algo la fiesta el no encontrar esos personajes femeninos poderosos que esperaba encontrarme, y aunque tenemos a Soledad Montalvo, como coprotagonista femenina, y es un personaje interesante, no he terminado de verlo del todo aprovechado. Para mi gusto, tarda demasiado en aparecer. Eso sí, donde María Dueñas es una genia y siempre lo será es lo en la ambientación y en la habilidad para sumergirnos en diferentes contextos historicos simultáneamente. Es capaz de darle autenticidad a los primeros años de la república mexicana, mientras nos muestra la Habana colonial o el auge del comercio de los vinos en Jerez durante la segunda mitad del siglo XIX, y tiene un don haciéndolo, desde luego. Quizás mi opinión sobre esta obra peca mucho de la comparación con "El tiempo entre costuras", pero no puedo evitar valorar lo que se asemeja a este, y echar de más en todo lo que falla y no fallaba este. Creo que la historia tenía un potencial brutal, respaldado por una ambientación maravillosa, pero que no termina de explotar al completo. Pese a todo lo he disfrutado bastante y se lee prácticamente solo, lo cual es otro punto a favor de la autora. |
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