¡La culpa es tuya! ¡Oh,,sí Druon! ¡No me mires con cara de no haber roto un plato en la vida! ¡Tuya y de nadie más! Aquellas musas, viudas de Víctor Hugo, han ido floreciendo en tu pluma. Tomo a tomo. Tus cuartillas son partituras herederas del réquiem de unos miserables tan cíclicos como la naturaleza que ocupan. La quinta entrega de Los reyes malditos es la moneda para el barquero. Caronte acepta el pago y Druon cruza a la orilla de los más grandes. De los eternos. Los amantes de la buena letra, de aquellos que aún pensamos que en literatura, la prosa es esencial, encontraremos en estas ramas el jardín del Edén. Narrativa para nostálgicos. En lo argumental, el autor se salta los 5 años de gobierno de Felipe V, resumiendolo en un prólogo que sabe a poco. Que es una trampa, pues daba para un libro más y el lector queda insatisfecho. Por primera vez, salimos de una Francia donde ya estábamos acomodados para meternos en la corte inglesa de Eduardo II. La sensación es extraña. Por un lado sientes la pereza de tener que abandonar la manta y el sofá en una tarde de frío invierno, provocada, sin duda, por la nutrida aparición de nuevos personajes y la siempre compleja jerarquía inglesa. Por otro, la excitación propia del cambio, de una aventura que atraviesa fronteras donde leyes y costumbres son distintas pero coincidentes en intrigas y ambiciones. Isabel, loba de Francia. Reina consorte de Inglaterra. Ridiculizada por le Despenser. Favorito y amante del rey. Hija de Felipe IV y por lo tanto, ¡maldita! Mortimer. Juez supremo de Irlanda caído en desgracia. Huye a duras penas de Inglaterra y es acogido por los Valois. Amante de Isabel. De este amor y de la codicia de los hombres, nacerá la rebelión contra el rey inglés. El objetivo es destronarlo. Unos por venganza y otros por poder. La loba de Francia es un juego de pasiones y tronos donde los inútiles reinan y la inteligencia gobierna en la sombra. Una novela histórica que aumenta en su crueldad con escenas macabras que te pondrán los pelos de punta. Mantiene el nivel, pero es cierto que disminuye la tensión narrativa, en parte, por la presentación y puesta en escena de tantos personajes nuevos. Druon, sin embargo, lo compensa con una prosa muy cuidada, bella en su crudeza. Descarnada con los más débiles. Para ellos no hay piedad. ¡La culpa es tuya, maldito Druon! Voy a tener que ir a una librería a comprar el sexto libro. Y bien sabes que cuando esto ocurre, ¡jamás es uno solo! + Leer más |