“Arkadii, apesadumbrado, se durmió en seguida. Por la mañana, cuando despertó, vio con gran sorpresa a Vasia, que dormía sobre la mesa con la pluma en la mano. Estaba lívido y parecía extenuado. La bujía acababa de apagarse. En la cocina se oía a la criada Mavra preparando el samovar”. ~ Corazón débil de Fiódor Dostoyevski. Un joven con un defecto físico se enamora y es correspondido y considera que en su situación eso es casi un milagro. Así que rebosante de felicidad no se centra en el trabajo que ha de realizar y va post poniendo la entrega. Vamos, que procrastinar ya estaba en boga en la época de Dostoievsky. Que ahora nos despistan las redes sociales, la multitarea y que vamos evolucionando hacia mentes de mosquito; pero antes eran los amores los que ponían la mente a bailar. No es un libro que me haya gustado, la verdad. Está envuelto en una atmósfera cargada y asfixiante que el autor consigue crear con unos diálogos repetitivos entre el protagonista y su mejor amigo, que hace todo lo posible por sacarlo de su situación que se va embarrando cada vez más. |