Si usted tiene la idea de que leer a Dostoyevski es pesado, aburrido o difícil, veremos si puedo hacer que cambie de idea.
«
Crimen y castigo» es un entretenido, intenso y dramático folletín protagonizado por un inolvidable personaje objeto de un amplio relato psicológico y repleto de escenas conmovedoras que se suceden sin pausa, siendo así una novela con una lectura apasionante en su superficie y extraordinariamente clara en sus profundidades (el epílogo mejor ni mencionarlo).
Fue publicado por primera vez en 1866 en la revista «El mensajero ruso» en doce entregas y con enorme éxito, un éxito que no le ha abandonado hasta nuestros días ni en cuanto a lectores ni en lo que a estudiosos se refiere, para lo que no es su menor virtud el hecho de que, no sé si gracias a Fiódor o a su pesar, sea susceptible de varias lecturas filosóficas provenientes de posiciones incluso esencialmente antagónicas y con gran influencia en pensadores y escritores de muy variada condición.
“Para vosotros, en todas las circunstancias, lo primero es hacer lo posible para no pareceros al hombre.”
El objetivo de Dostoyevski al escribir «
Crimen y castigo» fue luchar contra el éxito que el nihilismo estaba teniendo entre la juventud de su época y sus, para él, funestas consecuencias. Para ello, el autor, como en él es característico, estructura una historia en torno a unos personajes que encarnan diversas variaciones de ese mal que se impuso combatir. Estos individuos no tienen por qué despertarnos antipatía, incluso pueden inspirarnos compasión y hacernos comprender sus actos sin que por ello los aprobemos. En fin, intenta ser justo en el debate.
En este caso, los personajes elegidos son cuatro:
-Piotr Petróvich Luzhin, un arribista capaz de todo por subir en el escalafón social sin respeto a nada ni a nadie. Este, obviamente, no es un personaje simpático y su destino en la obra dará más de una alegría al lector.
-Andrei Semenovich, un joven bienintencionado, algo arrogante y no muy inteligente que se encarga de proclamar uno de los principios más importantes y necesarios para el futuro paraíso socialista, a saber, “Todo lo hace el medio, el hombre en sí no es nada”, y como no es nada, puede serlo todo, cualquier cosa que nos propongamos.
-Arcadio Ivánovich Svidrigáilov, un cínico sin escrúpulos, un vividor con la inteligencia necesaria para salir indemne de sus delitos y cuya moral se circunscribe a su egoísta placer.
- Por último, cerrando el cuarteto, el personaje más importante, el imborrable Rodion Romanovich Raskolnikov, un orgulloso racionalista que intenta probar mediante un crimen su supuesta libertad ilimitada, su pertenencia al selecto grupo de hombres extraordinarios capaces de sobreponerse a sí mismos, de imponer sus reglas, despreciando al amplio “hormiguero” seguidor ciego de la moral imperante. Una persona sensible, generosa y valiente aunque un tanto huraña, inteligente pero sin recursos económicos para proseguir su carrera intelectual que se presumía brillante.
Esta es la píldora nihilista a tragar, una discusión que puede ser entendida como un cuestionamiento de la moral y así lo interpretaron muchos existencialistas que admiraron su obra. El azúcar que envuelve la píldora para así mejor tragar está compuesto de un poco de novela social, el propio crimen, la consiguiente investigación policial a cargo de un precedente del detective Colombo, aquel entrañable personaje protagonizado por Peter Falk, y, por supuesto, el infierno mental al que se tiene que enfrentar Raskolnikov al descubrir fracasado su experimento.
En cuanto a los argumentos en contra del demonio nihilista, prácticamente se limita a pregonar las bondades que conlleva la obediencia a la ley natural que el autor, por arte de birlibirloque, hace coincidir palabra por palabra con la ley de Dios. ¿Qué Dios? Pues el suyo, naturalmente.
“Si alguien me demostrara que Cristo está fuera de la verdad, si estuviera positivamente demostrado que la verdad está fuera de Cristo, yo preferiría permanecer con Cristo que permanecer con la verdad.”
Fiódor Dostoyevski
Si aún sigue pensando que Dostoyevski es pesado, aburrido o difícil… tan amigos que ni comisión me llevo.