¡Tontería, tontería! Quien teme al lobo no se mete en el bosque. ¿Qué? ¿Has perdido? Pon otro.
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¡Tontería, tontería! Quien teme al lobo no se mete en el bosque. ¿Qué? ¿Has perdido? Pon otro.
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El hombre es déspota por naturaleza. Le gusta hacer sufrir. A usted le gusta eso enormemente.
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Desde hacía tiempo estaba persuadido de que no saldría de Ruletenburg sin una aventura, sin que algo radical y definitivo se mezclase fatalmente a mi destino. Así debe ser y así será.
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Los crupieres comenzaron a acariciar esperanzas: en efecto una jugadora tan excéntrica parecía prometer algo inusitado. Una anciana setentona, baldada de las piernas y deseosa de jugar no era cosa de todos los días.
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Y el sillón, el tono cortante y la voz de la abuela, sus preguntas impertinentes, hechas con un aire completamente desenvuelto y no soportando la menor réplica, en resumen, la figura toda de la abuela, erguida, brusca, autoritaria, acabaron por conquistarle la veneración de todos.
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Por ridícula que sea la esperanza que he puesto en la ruleta, encuentro más ridícula aún la opinión, generalmente admitida, que estima absurdo esperar algo del juego. ¿Por qué el juego ha de ser peor que cualquier otro medio de procurarse dinero, como el comercio, por ejemplo?
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Continúo siendo juguete del viento y que de un momento a otro me empujará con fuerza, me hará perder el equilibrio, el sentido de la medida, y girar indefinidamente...
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Hoy fue un día ridículo, vago, absurdo.
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¡Todavía puedo sacar al hombre que hay en mí, mientras no esté perdido!
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¿Por qué necesito dinero?, me pregunta usted. ¡Qué pregunta! ¡Porque el dinero lo es todo!
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Es un poema épico griego compuesto por 24 cantos, atribuido al poeta griego Homero. Narra la vuelta a casa, tras la guerra de Troya, del héroe griego Ulises