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Estamos ante una novela que nos va a mezclar el pasado y el presente. El presente nos traslada a conocer a Hugo Valenzuela, un inspector al que le encargan hacer el informe sobre la última escuela vagón, para valorar su cierre. Las escuelas vagones surgieron para que los hijos de los constructores de trenes e hijos de temporeros pudieran estudiar. Y actualmente debido a la política y a los nuevos métodos educativos, esa escuela se ha convertido en un verdadero estorbo. El pasado en cambio, nos traslada a conocer a Ikal, un joven de 11 años, hijo de un obrero del ferrocarril cuyo sueño es llegar a ser profesor. Su vida es sencilla, vive entre trenes y daría la vida por sus amigos. Admira a Chico, un joven testarudo y orgulloso, cuenta los trenes junto a Tuerto, un joven cuyo deseo es llegar a construir los trenes, o Valeria, la novia de Chico de la que Ikal está secretamente enamorado. Don Ernesto es su profesor, el cual lleva su labor educativa mucho más allá de las cuatro paredes de su aula. Es una novela cortita, no llega a las doscientas páginas y cuyos capítulos tampoco resultan largos. Por lo que es una lectura que te puedes leer en pocos días si le pillas el ritmo. Para mi ha sido una lectura preciosa, que me ha sorprendido e incluso emocionado, así que no quiero imaginar que os pasará, a todos aquellos que seais profesores o cualquier cosa relacionada con la educación. Además, revivir la infancia de los más pequeños en los años 50 o 60 (no lo especifica pero es lo que yo me he imaginado por los detalles que da) es algo que me encanta y si encima está ambientado en México, lugar donde no he tenido la oportunidad de leer demasiado...pues tiene el plus de que me resulta aún mucho más interesante. Una lectura preciosa, llena de principios y de esperanza que logran que el lector recuerde su infancia y se impregne de ella, para que aunque sea durante un ratito, vuelva a sentirse niño otra vez. Enlace: http://viajagraciasaloslibro.. |
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