La luz que no puedes ver

Enmarcando la historia en el conflicto de la segunda guerra mundial, el autor crea personajes entrañables con capacidades y talentos sobresalientes, pero sin dejar de ser personas del común, que nos permiten acercarnos a este evento histórico desde puntos de vista diferentes, como el de un niño alemán apasionado por la ciencia, que elevo su imaginación gracias a la voz de un francés que logro captar en su radio casera, lo que determinaría su papel en la guerra.
Una niña que muy joven pierde la visión quedando limitada en un mundo hostil en el que los bombardeos aéreos no discriminan a sus víctimas, pero sabiamente adiestrada para subsistir por un padre abnegado que no solo inculca en ella una fortaleza superior, también una pasión y amor la lectura de un soñador como Julio Verne.
Con un lenguaje cercano a la poesía, pero de gran sencillez nos vemos envueltos en la vida de los protagonistas, en los cambios que la guerra produce en sus territorios, en sus vidas, y en su forma de relacionarse, teniendo como elemento de unión a la radio, tanto en su uso como arma de guerra, como en medio de conexión entre los dos pequeños hijos de naciones rivales.
Aunque disfrute el libro y guste mucho de la forma en que el autor logra hacernos vivir la guerra como personas de a pie que viven en un pueblo fortificado a la orilla del mar, que sufren el flagelo del conflicto viendo morir a sus seres queridos, recorriendo eventos como la creación de los campos de concentración, las juventudes nazis, los focos de resistencia, pero sin ponerlos bajo estos nombres, solo plasmándolos como partes naturales de la historia; puede que algunos lectores no logren conectar con su narrativa por la excesiva e innecesaria extensión de la obra, por el empeño en hablar de un objeto que aunque determina el actuar de algunos personajes no tiene la importancia que busca dársele.