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ISBN : 9877120984
480 páginas
Editorial: Eterna Cadencia (10/10/2016)

Calificación promedio : 4.5/5 (sobre 1 calificaciones)
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Críticas, Reseñas y Opiniones (1) Añadir una crítica
Guille63
 22 March 2023
Piense en ello por un instante, piénselo a conciencia, concéntrese en ello: matan a su hijo de un disparo realizado por un completo extraño desde un coche cuando circulan por la autopista, o, algo menos insólito, muere en un accidente de tráfico del que usted tiene gran parte de la culpa. ¿No sabe qué haría, cómo se sentiría, cómo ello modificaría su vida, la de toda su familia? ¿No quiere ni pensar en ello? Dixon lo hizo.

Antes que nada, quiero empezar por dar las gracias a Rodrigo Fresán por el soplo de esta novela, qué digo soplo, por este huracán de literatura obsesiva, furiosa, introspectiva, angustiosa, autoflagelante y conmovedora que les emocionará, les irritará, les saturará e incluso les aburrirá en algunos momentos, pero que no podrán parar de leer.

Yo no pude. Había sacado por fin el libro de mi lista de pendientes en la que había permanecido demasiado tiempo desde que leí la reseña que le hizo Fresán allá por 2016. En ella se relacionaba a Dixon con Thomas Bernhard, entre un puñado de grandes autores, y a “Interestatal” con la estupenda novela de Joseph Heller, “Algo ha pasado”. Demasiado bueno para ser cierto y muchas las posibilidades de que tal matrimonio terminara en fiasco por mucho que Fresán me asegurara lo contrario. No hubo fiasco, Dixon no es Thomas Bernhard pero se le parece; tampoco su personaje, Nathan Frey, es Bob Scolum, el personaje de la novela de Heller, pero sus personalidades y discursos obsesivos los convierten en parientes muy cercanos.

El primer capítulo, de poco más de 80 páginas, contiene toda la historia, todo aquello que dicen que ha pasado, y funciona como un potente relato independiente que les dejará tocados. Repónganse lo más rápido posible, pues el autor, lejos de quedar satisfecho, les rematará con un segundo capítulo en el que se disecciona todo el horror del hecho con una fuerza y un alcance que yo me he encontrado en muy pocas ocasiones.

A partir de aquí y en torno a los mismos hechos que vuelven una y otra vez, Dixon reflexiona sobre el estado general de violencia en el que vivimos, la irracionalidad, el azar, la relación con los hijos, los miedos que conlleva la paternidad, el trauma, la culpa, todo ello en torno a los trágicos hechos ocurridos o solo posibles o solo fantaseados, con una prosa en la que la voz del narrador se mezcla con los diálogos y pensamientos de los personajes en una verborrea incontenible que les dejará tan agotados como satisfechos.

“¿Pero tú realmente sabes lo que quiere decir todo esto? Quiere decir que la peor cosa que jamás podría pasar, pasó. No, habría sido peor si tú también te hubiese muerto. Y peor todavía si mami hubiese estado en el auto con nosotros y se hubiese muerto con ustedes dos. No habría sido peor si yo me hubiese muerto con todas ustedes. Eso habría sido mejor. Entonces no sabría nada de lo que pasó, como ahora lo sé. Habría sido mejor, de hecho, si Julie moría, que nadie más hubiese muerto con ella excepto yo. Por supuesto. Pero mejor aún, absolutamente lo mejor de todo, si alguien tenía que morirse en el auto, aunque no sé por qué tendría que morirse alguien, sería que muriera solo yo, eso también es verdad. Si tan solo hubiera pasado eso. Si tan solo se pudiese hacer que hubiese pasado eso. ¿Cómo hacemos para que sea así?”

En efecto, el discurso es caótico, embarrullado, repetitivo, como no podía ser de otra manera en una novela donde la forma es parte del fondo, donde todas esas vueltas y revueltas, muchas veces incoherentes, otras tantas contradictorias, consiguen transmitirnos de una forma magnífica toda la angustia, la impotencia, la desolación, la confusión en la que vive el protagonista. Una confusión en la que Nathan rumiará compulsivamente todos aquellos detalles previos que hubieran podido evitar estar allí en aquel momento, todo lo que en ese momento hubiera podido hacer por evitarlo, todo lo que hizo y que quizás pudo haberlo provocado, las ocasiones en las que no disfrutó con su hija o aquellas en las que no se portó con ella de forma adecuada, sus gestos, sus palabras, las veces en las que le hizo sonreír, los momentos en los que le enojó. Así hasta los dos últimos capítulos en los que se darán varias vueltas de tuerca que duplicarán nuestro horror en un primer momento y nos apaciguará después… o todo lo contrario según la interpretación que terminemos dándole.

Lean y disfruten sufriendo.
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