Río revuelto

Una novela que te deja sensaciones encontradas porque tras presentarte prácticamente el final de una situación límite utiliza la retrospectiva para contarnos el porqué de todo y de todos, lo que acaba dándote una visión amplia y muy íntima de cada uno de los actores de esta historia.

Está narrada en tercera persona pero la autora va alternando el peso del personaje para que al final tengamos una visión de casi 360º de esta familia, formada por tres, además de algunos secundarios. Comienza en agosto de 1959, a modo de pequeño prólogo, para pasar al cuerpo del hilo argumental de 1938 a 1959 que ocupa la mayor parte de la narración, y terminar de nuevo en la misma noche de 1959 con la que comenzamos.

Para mí, la fuerza está en la manera de la autora de contarnos los sentimientos y pensamientos de todos ellos. Un conjunto de personajes en parte desangelados que nos ayudan a visualizar de una forma bastante real la vida de una familia de Sacramento, en Califonia, a mediados de siglo, y con cierto aire de pesimismo o cansancio vital que me ha recordado a otras novelas de este período literario. Lily, Everest y Martha son el eje central de la construcción de esta familia, sus motivaciones vitales, sus decisiones y consecuencias, y su manera de quererse, es lo que nos lleva a entender ese final y aceptarlo.

Es verdad que no son personajes por los que se sienta empatía, cometen grandes errores y tienen grandes defectos, lo que les hace más humanos. Parece que se desprecian y aman por igual. Todo ha estado lleno de violencia silenciosa. Además, me los he imaginado en blanco y negro, rodeados de humo de un cigarrillo, whisky con hielo y ese aura que acompaña a las historias de cine negro.

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