Cartas poéticas e íntimas (1859-1886)

Después de ver una gran película sobre la poeta estadounidense Emily Dickinson. Historia de una pasión, de Terence Davies , con la deslumbrante Cynthia Nixon, encarnando a Emily, que me fascinó, sentí la necesidad de buscar los libros que tengo de Emily Dickinson, una singular escritora con una vida dedicada íntegramente a la escritura.

Me puse a devorarlos , porque tenía ganas y mucho interés de volver a sentir y gozar todo lo que tan espléndidamente expresa.

Así me enfrasqué en la lectura de las cartas poéticas e íntimas , son maravillosas. Y el título ya nos adelanta los dos estados que percibimos en la lectura, lo poético y el intimismo.

Este libro, en concreto, tiene una exquisita introducción de Margarita Ardanaz, es muy buena y ya nos avanza el gran valor literario que estas cartas poseen y donde también se advierten todas las inquietudes literarias y vitales de la autora.

Es muy curioso que la mayoría de las cartas aquí incluidas no concluyan y así no se produce nunca un corte con el tono general de la escritura y verdaderamente son tan importantes como los poemas , en ellas hay ritmo y poesía.

Y, además, nos permiten conocer su visión del mundo y de la vida, y son un poderoso medio de expresión lírica. Son documentos fundamentales para conocer su vida y su obra.

Se reúnen aquí , en primer lugar, las cartas dirigidas al director de una revista, a T. W. Higginson, que le sirve de interlocutor literario con comentarios y expresiones de gran altura poética y donde nos revela su carácter y sus gustos literarios.

Y en una segunda parte, se recogen las cartas que dirige a sus dos primas, Louise y Frances, de temática mucho más familiar, nos muestran aspectos de su vida cotidiana pero siempre con un tono muy lírico, donde encontramos momentos más anecdóticos, más emotivos, y por supuesto, una mayor confidencialidad.

La última carta que les escribe es increíble, solo dice:
Primitas:
Me reclaman
Emily.

La escribió en mayo de 1886 y pocos días después, el sábado, 15 de mayo de 1886, murió.

En ellas descubrimos, su inquieta personalidad, sus pensamientos y sentimientos más íntimos y sobre todo, y lo que me ha gustado mucho es que lo haga con la gran poeticidad que la caracteriza, da igual la carta que elijas, en todas ellas nos deslumbra.

En todas ellas encontramos frases que son pura poesía, voy a poner un ejemplo, es difícil elegir, se me acumulan, hay tantos, pero voy a ello:
“La naturaleza es una Casa Encantada – pero el Arte - una Casa que intenta estar encantada”.
Sus textos siempre eran redactados con mayúsculas cuando le parecía, además de una puntuación bastante peculiar.

Qué otra cosa podríamos hacer, salvo extasiarnos cuando nos encontramos frente a frente con la belleza más genial, con la inteligencia más contundente, con la sensibilidad más grandiosa, es decir, con lo que nos cuenta Emily Dickinson, cuando nos propone leer en sus cartas su sentir más íntimo y deslumbrante, cuando explorar junto a la escritora, es dejarse arrebatar con lo que parece llegar de otro mundo más certero, más sensible, más perfecto, mucho más humano.