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Crítica de Homolectus


Homolectus
17 December 2021
Ebenezer Scrooge es un anciano avaro y egoísta que parece despreciar todo lo relacionado con la navidad, ¿su motivo? Nadie lo conoce, pero basta con solo mencionar la palabra para que este hombre, que lejos de causar una buena impresión en los que lo rodean, se descomponga y refunfuñe sobre el tema.

Todo cambia durante una Nochebuena, cuando luego de volver a su solitaria casa recibe la visita del fantasma de su otrora colega Marley quién en un acto de compasión hacia Scrooge y con el fin de salvarlo de un destino muy similar al de él a causa de su avaricia y codicia, le advierte que recibirá la visita de tres fantasmas que evitarán que sufra el mismo destino de su colaborador.

La aparición de estos tres fantasmas es el hilo conductor de la historia, en donde Scrooge acompaña a cada uno de ellos a evocar momentos muy puntuales del pasado, presente y futuro de la fiesta decembrina. Todo esto con el único fin de ablandar el corazón del viejo Scrooge y darle una segunda oportunidad, no solo con su actitud frente a la navidad, sino también en lo que concierne a lo que le queda de vida.

La historia —presentada en forma de cinco estrofas— es un ejemplo interesante de su época: es una novela realista del siglo XIX (que en Inglaterra atinó a llamarse novela victoriana), que aborda temas reales, con historias bastante verosímiles sin necesidad de ser hechos históricos y con diálogos con un lenguaje de uso habitual. Junto a esto están los rasgos del romanticismo y de lo gótico que presenta la obra: la presencia de seres sobrenaturales y la forma en la que Scrooge interactúa con ellos. Estos elementos forman una dupla muy interesante en la historia y permiten que funcione de una forma impecable. Es muy ingenioso cómo Dickens abordó los temas que más lo inquietaban y que fueron recurrentes en su obra y le daba el toque justo de fantasmagórico y navideño a la historia.

Quedé encantado con las descripciones que ofrece la historia, especialmente con dos: la del mismo Scrooge y la del mercado de la ciudad. Ambas son extensas y bien detalladas, la primera logra que uno deteste al personaje, que sienta el frío y hasta un poco de miedo con su presencia. En la segunda se logra imaginar la actividad del lugar, sus personajes, los puestos e incluso imaginar el bullicio propio de un lugar del tipo. Siempre he pensado que un buen escritor debe ser bueno en sus descripciones y en esto es muy bueno Dickens.

Si bien la trama de la historia está centrada en el viaje de Scrooge junto a los fantasmas de la navidad, en ella se cuela la preocupación por la crueldad de la pobreza y la ignorancia, dos de los temas recurrentes en la obra de Dickens. En esta ocasión se presentan con el fin de mostrar el lado del “malo del cuento”, de mostrar la forma en que el avaro y codicioso de Scrooge ve el mundo mientras sus más cercanos pasan las premuras cotidianas de una vida lejos de tener lujos. Quizás es este mismo golpe de la realidad victoriana lo que marca el cambio de actitud del personaje al final del viaje y su forma de ver la vida luego de su encuentro con los cuatro fantasmas aquella noche antes de navidad.

El narrador es otro elemento bastante interesante en la historia, pues es extremadamente cercano al lector desde el principio. Luego de dejar bien claro que Marley está muerto hace más de siete años —algo realmente importante por el movimiento literario del que hace parte la obra— es frecuente encontrar pasajes en los que se refiere directamente al lector y hace referencias al contexto en el que se desarrolla la historia y la realidad más inmediata de los primeros lectores. Esto establece un diálogo bastante interesante de la obra con el lector y procura dar un tono de cercanía que el frío de la naturaleza de Scrooge y la época del año no son capaces de dar.

A Christmas Carol hace parte de una serie de obras sobre la navidad que ayudaron a reavivar la celebración en la Inglaterra del siglo XIX luego de que el Puritanismo del siglo XVII intentara sacar todo rastro de costumbres católicas de la iglesia de Inglaterra. Con este reavivamiento de la celebración vino también la introducción de la costumbre alemana de poner un árbol en cada casa y decorarlo con motivo de esta celebración —costumbre con orígenes paganos— que pronto se popularizó bastante tanto en Inglaterra como en otros países y que llega hasta nuestros días.

Esta es la primera vez que leo la historia y si bien las dos adaptaciones que he visto de esta: la de Los Muppets de 1992 y la que hizo Disney del 2009 en animación digital, acá me encontré con un dato que me gustó mucho conocer: El fantasma de la navidad presente es la figura de Papá Noel que se tenía en la época. Una figura que, claramente, dista mucho de la que tenemos en la actualidad que tan fuertemente está influenciada por la imagen que Coca-Cola Company le dio al personaje en los años 30 para su campaña de “el espíritu de la navidad”.
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