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Crítica de lauli


lauli
27 June 2020
Como todo lo escrito por Dickens, la novela es súper amena y entretenida. Sin embargo, tiene algunas fallas estructurales relacionadas a la serialización (algo también muy común en sus novelas), lo cual en mi opinión la coloca por debajo en jerarquía de obras más maduras del autor, como mi novela favorita de él, “Grandes esperanzas”.

Es curioso cuán irrelevante resulta el título de la novela. La tienda de curiosidades parece ser importante al comienzo como locación, pero desaparece por completo después de las primeras 100 páginas (la novela tiene más de 500). También encontramos un narrador testigo en los primeros dos capítulos que también desaparece por completo para ser reemplazado por un narrador omnisciente. Todo esto parece explicarse por el hecho de que Dickens tenía la intención de publicar relatos cortos con un narrador en común, pero el público no quería eso, si no seguir las peripecias de los personajes presentados en el primer relato, que son Nell, una huérfana angelical y, como diría Saki, “asquerosamente buena”, y su abuelo, el viejo Trent, que guarda un secreto en relación al futuro de la niña. En torno a estos personajes aparecen un sirviente que es pura bondad y tiene debilidad por Nell, llamado Kit; un prestamista inescrupuloso llamado Quilp, que sospecha que Trent tiene dinero acumulado en algún lugar para heredarle a Nell, y quiere hacerse de él; y un segundo nieto de Trent, Fred, con su amigo Dick Swiveller, que también codician la supuesta fortuna escondida de su abuelo. La verdad es que Trent dice estar proveyendo para el futuro de Nell, pero en realidad es un jugador compulsivo, que pide préstamos para obtener recursos para apostar, pensando que así salvará a su nieta de la pobreza.

Nell decide tomar las riendas de la situación y, después de ser desalojados de la tienda por Quilp, que la confisca como prenda por las deudas que Trent tiene con él, abuelo y nieta emprenden un viaje a pie con destino incierto tratando de sobrevivir y ganarse la vida. Ese viaje, que tiene conexiones explícitas con “El progreso del peregrino” de Bunyan, les presenta una serie de pruebas que deberán superar para ganarse el cielo, y a la vez presenta a los lectores una radiografía, escueta pero impactante, del mapa social de la Inglaterra victoriana, ya que la dupla encuentra artistas ambulantes, pobreza extrema, mortandad prematura, ladrones, estafadores y gente noble dispuesta a a ayudar sacándose el pan de la boca.

Es una novela con malos muy malos y buenos muy buenos: Quilp es la perversidad encarnada, y Nell es tan pero tan buena y su historia tan pero tan lacrimosa que Wilde dijo que “el lector debe tener un corazón de piedra para no reírse”. Lo que más me gustó y me impactó fue el retrato de la ludopatía (Nell percibe un animal que repta en su habitación para quitarle el poco dinero que tiene, lo sigue aterrada hacia el cuarto de su abuelo, y allí se da cuenta de que es su propio abuelo quien le ha robado) y la historia de Dick Swiveller, que logra redimirse de un pasado infame rescatando a una criatura indefensa y maltratada que a su vez lo rescata a él. Una lectura disfrutable y que me dio ganas de seguir incursionando en este autor, a quien hacía bastante tiempo que no leía!
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