Muñecos cósmicos

Creo que Phillip K. Dick se ha convertido en un autor de culto gracias a su capacidad de entregar historias de ciencia ficción tan raras como extrañas y al mismo tiempo con tanto sentido que deslumbra.

En esta obra pone sobre la mesa uno de los temas más conocidos y antiguos, la lucha del bien contra el mal, pero hacer algo tan trillado de tal manera que resulte en algo original es donde está el verdadero talento.

Los muñecos cósmicos son algún tipo de deidades que toman como campo de batalla un pequeño pueblo, hacen de él uno de esos pueblos fantasmas que están ahí, pero nadie puede ver.

Cuando comencé esta lectura estaba totalmente perdida, tengo que decir que no entendía una jota de lo que estaba pasando, no es que sea confuso, pero tampoco es nada claro, como lector solo te queda sentarte a esperar a ver si en algún momento el autor decide darte las respuestas.

Debo decir que las respuestas no eran lo que me esperaba y el mismo protagonista de este libro también es sorprendido enterándose que lo que él piensa que será su cometido dentro del pueblo resulta en algo que no lo es.

Me ha encantado y me ha sorprendido mucho, no era para nada lo que me esperaba y más allá de una historia original, entretenida y tan loca como caótica en partes, también tiene mucho sentido cuando terminas de leerlo.

El bien, el mal, la lucha y el saber que todo eso siempre está ahí, donde mires, en un animalito, en una planta, en el cielo y dentro de ti mismo.

Uno nunca sabe cuándo será utilizado por unos muñecos cósmicos para establecer una lucha final, hay que esperar, que en cualquier momento podrán venir pon nosotros

Philip K. Dick consigue mantener cierta intriga en torno a Millgate hasta bien avanzada la novela. Es entonces cuando Ted Barton descubre que una barrera invisible le impide salir del pueblo y también entrar. Entabla relación con dos niños muy particulares, Mary Meade y Peter Trilling, unos niños extraños con habilidades especiales.

Ted descubre que una especie de hechizo oculta la antigua ciudad con una ciudad nueva y esto ocurre porque dos seres superiores antagónicos se han adueñado de la ciudad, transformándolo todo.

William Christopher, un viejo borrachín, asegurar recordar, al igual que Ted, cómo era todo antes del cambio, hace dieciocho años. Escondido en un destartalado almacén que antes fue su casa, Christopher ha conseguido construir una máquina capaz de revertir las cosas a su estado original, pero su efecto sólo dura unos pocos minutos.

Por todas partes comienzan a aparecer extraños vagabundos que atraviesan paredes, igual que fantasmas. Sombras que recorren la vieja ciudad sin cesar, buscando los caminos que han desaparecido, Ted averigua que estos fantasmas son los habitantes de la antigua ciudad.

Dick presenta en esta novela una lucha cósmica entre dos dioses antagónicos, Ormazd el constructor y Ahriman el destructor, y entremezcla una novela de ciencia ficción con toques de aventura y suspense.

De este hombre he leído varios libros y siempre sorprende, tenía una imaginación desbordante y, una vez más, aquí lo demuestra. Una historia entretenida y un poco desconcertante hasta que entiendes más o menos lo que pasa. Me ha gustado la perseverancia del protagonista, ha hecho que te metas en la historia y que confíes en él a pesar de las evidencias que no le daban la razón.