XimenaAHoyos10 June 2021
Iba a marcharme, pero la seguí mirando y ella no volvió a ceñirse la bata ni se movió del umbral, y yo olí no su perfume, sino su piel desnuda, noté que me ardía la cara y pensé que si le pedía que me dejara entrar de nuevo con ella no iba a negarse, pero tuve de pronto más miedo del que había tenido nunca, le dije hasta luego y tardé un rato en oír, mientras bajaba las escaleras, el golpe de la puerta al cerrarse, una de tantas puertas que se cierran para no abrirse más en la vida de uno.
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