Vernon Subutex 2

No se puede decir que, como sociedad, nos falten razones para sentir miedo, pero no es menos cierto que el miedo es también un hábil generador de peligros que lo justifiquen, pudiendo ser un factor tan debilitador como incendiario, merma la inteligencia, adormece el pensamiento crítico y demanda soluciones rápidas y fáciles donde los instintos más primarios toman el mando. de todo ello hay en esta segunda parte de la trilogía de Vernon Subutex, algo menos lograda que la primera pero lo suficientemente interesante como para mantenerle pegado a sus personajes hasta la última página y con ganas de seguir en su compañía un tomo más.

El capitalismo, cautivo y desarmado su eterno y rojo enemigo, campa a sus anchas sin apenas barreras. Un numerosísimo ejército de víctimas se ha puesto a su servicio en la estúpida creencia de que pueden aspirar a posiciones de verdugo. Otros individuos se benefician marginalmente de la guerra sin tomar partido, “A muy pocos les apetece ponerse a pensar en lo que han hecho a lo largo del día cuando llega la noche”.

Pocos son los que plantan cara y menos aún los que obtienen su éxito en el empeño. El resto huye como puede o se aparta o los apartan. En este último grupo encontramos a Vernon Subutex convertido en un sin sintecho tras escapar de la muerte y transformado en un involuntario gurú que, como el que se apoya en una puerta que para sorpresa de todos empieza a ceder, abre una vía de escape por la que no tardan en introducirse una variopinta panda de seguidores esperanzados en que el novedoso influjo de espiritualidad y concordia logre acabar con sus profundas desesperanzas.

“Lo que hacíamos era una guerra. Contra la tibieza. Nos inventábamos la vida que queríamos tener y no había ningún aguafiestas que nos advirtiera que al final renunciaríamos… Era «la última aventura del mundo civilizado». Lo demás, te acuerdas, no era tabú, no estábamos cabreados con nadie. Lo demás no existía. Vivimos nuestra juventud en burbujas de acero blindado. Había alquimias de entusiasmo, cosas cuya otra cara aún no habíamos visto, nos buscábamos apodos, todo era interesante, hasta las mayores gilipolleces… Mi aristocracia es mi biografía. Me quitaron todo lo que tenía, pero conocí un mundo que nos creamos a nuestra medida, en el que no me levantaba por la mañana diciéndome voy a seguir obedeciendo.”

Puede que la imagen de la sociedad que Despentes nos dibujó en la primera parte con su impresionante galería de retratos fuera tan completo y amplio que las pinceladas que ahora lo van rematando se nos antojen insuficientes. Sin embargo, Despentes mantiene intacta su habilidad para dibujar los males de esta sociedad desde dentro del alma de los personajes que lo encarnan, cosa que hace sin cargar las tintas, sabe muy bien que no es necesario, y con un admirable y meritorio esfuerzo por entenderlos sin que ello implique su justificación y mucho menos su perdón.

Aun así, lo más interesante sigue siendo la denuncia de las fuerzas amigas, de las posturas de izquierda, políticos, sindicalistas, obreros, intelectuales…

“Crearse problemas, desestabilizar a todo el mundo, organizar un puto caos en varias vidas tranquilas, vérselas con una tonelada de líos y al final ganarse la antipatía de todos. Podríamos llamar a esta opción la solución de izquierdas”

“Loïc odia aún más a los gilipollas de izquierdas. Utilizaron a gente como él, se les subieron a la espalda para alzarse hasta el poder, y una vez arriba se les mearon en la cara.”

… del buenismo mal entendido, o de la responsabilidad de la mujer en sus propios problemas laborales o sociales. Se pone en la picota el papel de las redes, la facilidad con la que unos pocos dirigen nuestros miedos sobre aquello o aquellos que les interesa, la habilidad con la que nos manejan, …

“Ahora, todo está dispuesto para que los que no tienen nada se dediquen a querer matar a los que tienen todavía menos, animados por las élites, que están encantadas.”

“A base de «nos lo ocultan todo, no nos dicen nada», puedes hacer que se traguen cualquier cosa.”

… lo adormecidos que permanecemos en nuestra parcela en la creencia de que nos pertenece, lo convencidos que estamos de poder mantener el control al menos en esta parcela, sin pensar en cómo esa parcela está relacionada con las demás, como afecta a las demás, como necesita de las demás. Y así vamos y así nos va.

Y, por supuesto, la banda sonora sigue siendo insuperable.

No pretendemos convertir en acero la madera torcida de la que está hecha la humanidad.

Y esta segunda rntrega va de eso mismo, de las maderas torcidas. Actrices porno, musulmanas violentas, "sin techos" y vagabundos, parejas en crisis, transgéneros, radicales políticos, y alguna rama torcida más dan forma a una historia sin mucho gancho pero entretenida.

Me leí Vernon Subutex 1 y seguido, Vernon Subutex 2, me leeré la tercera entrega porque merece la pena, pero la lectura se me ha hecho un poco "plana", muy centrada en los personajes, al final la historia pierde un poco de ritmo. .

En definitiva, muy bien libro.