No me gustó esta lectura, demasiado decadente, negra, reflejando un microcosmo parisino que solo sabe carburar al alcohol, las drogas y otras sensaciones fuertes. Un vendedor de discos se arruina con la llegada del numérico y vive sin domicilio fijo, invocando clemencia con sus antiguas relaciones que lo hospedan un poco y luego lo largan. Hay una galería de personajes mediocres descritos con un escalpelo. No hay ninguno que salve al montón. Es un libro bien escrito, con la palabra precisa, pero vulgar. Es solo el tomo 1, pero no leeré los dos tomos siguientes porque ya se lo que me espera. No veo el interés, ni siquiera antropológico. Es pura decadencia. |