La prostitución ocasional no tiene nada de extraordinario. Lo único excepcional en mi caso es que yo hablo de ello. Este trabajo, que puede practicarse en secreto total, no es más que un curro bien pagado, para una mujer poco o nada cualificada.
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La prostitución ocasional no tiene nada de extraordinario. Lo único excepcional en mi caso es que yo hablo de ello. Este trabajo, que puede practicarse en secreto total, no es más que un curro bien pagado, para una mujer poco o nada cualificada.
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Guarden sus heridas, señoras, porque podrían molestar al torturador. Hay que ser una víctima digna. Es decir, que se sepa callar.
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La familia, la virilidad guerrera, el pudor, todos los valores tradicionales están orientados a asignar un rol a cada sexo. Los hombres, cadáveres gratuitos para el estado, las mujeres esclavas de los hombres. Al final, todos esclavizados y nuestras sexualidades confiscadas, controladas, normativizadas. Siempre hay una clase social interesada en que las cosas continúen así, y que esconde la verdad sobre sus motivaciones más profundas.
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El feminismo es una aventura colectiva, para las mujeres pero también para los hombres y para todos los demás. Una revolución que ya ha comenzado. Una visión del mundo, una opción. No se trata de oponer las pequeñas ventajas de las mujeres a los pequeños derechos adquiridos de los hombres, sino de dinamitarlo todo. Y dicho esto, buena suerte chicas y mejor viaje... |
Somos nosotras las que debemos sentirnos responsables. De lo que nos sucede, de negarnos a palmarla, de querer vivir para contarlo. De abrir la boca. Ya conocemos esta cantinela, la que dice que tienes que sentirte culpable de lo que te sucede.
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Abrí una cuenta corriente a mni nombre sin ser consciente de que pertenecía a la primera generación de mujeres que podían hacerlo sin depender de su padre o de su marido.
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Lo que me enfurece no es lo que los hombres hacen o son, sino lo que quieren impedirme que haga o lo que quieren obligarme a hacer.
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Lo que me más me da rabia no es lo que los hombres hacen o no, sino los que quieren impedirme que haga o lo que quieren obligarme a hacer.
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Una oda de Friedrich Schiller se escucha al final de su última sinfonía cantada por un coro.