Rosaura a las diez

La literatura argentina tiene joyas preciosas, y eso es innegable. Y sin embargo, sabiendo que esto es cierto y pudiendo nombrar a varias personalidades reconocidas tanto nacional como internacionalmente, hay también libros y autores de los que no escuchamos hablar tan seguido y que merecen recuperar protagonismo.

"Rosaura a las Diez" de Marco Denevi fue publicada por primera vez en 1955, iniciando la carrera literaria de su autor. Adaptada a diversos formatos y traducida a varios idiomas, la novela nos cuenta diferentes perspectivas de un crimen, un suceso inesperado que inicia con la curiosa relación entre Camilo Canegato, un restaurador de arte tímido y peculiar, y Rosaura, una misteriosa mujer que le envía cartas exageradamente perfumadas. A través del testimonio de los personajes y sus interpretaciones de los hechos, la lectura nos lleva a la verdad del crimen.

Mientras la lectura avanza, es fácil comprobar que el ingenio de Denevi es incuestionable. En la trama se presenta constantemente el juego de la interpretación, esto es, cómo una misma frase puede significar distintos mensajes para distintos oídos, confirmando que cada interpretación es parcial.

Sin dudas, "Rosaura a las Diez" es una de las joyas de la literatura argentina que merece ser nuevamente reconocida por el ingenio con el que fue escrita, lo cual suma complejidad que le da a una trama aparentemente sencilla y nos envuelve en una lectura tragicómica e inolvidable.

Al principio parece una historia costumbrista con retazos de humor enmarcada en el Buenos Aires de los años cincuenta. Una aventura de amor, sin embargo, es la punta del iceberg de toda la trama. Conforme se va avanzando en el argumento se va desvelando la profundidad temática de la obra, que lleva al descubrimiento de un misterio. Llega un punto en el que todos los esquemas se rompen en la cabeza, y tiene gran parte de culpa la forma que usa el autor para explicarnosla, pues está narrada esta misma historia con cinco voces dispares, cada versión con la verdad, apreciaciones y personalidad del narrador, pues responden a cinco de los personajes importantes de la obra. Realmente fascinante el dualismo realidad-ficción que se entreteje en la trama y el poder de las apariencias en este mundo nuestro, que si ya en esas épocas era importante, en la actualidad se ha convertido en la vara de medir más habitual.
Se tocan también trazas de psicología, pintura y arte, literatura, filosofía, entre otras. Apuntes y citas con las que queda claro que el autor tiene un amplio bagaje cultural, y lo muestra sin que desentone en los caracteres de los cinco personajes narradores: el estudiante universitario habla y sabe cómo tal, la dueña de la pensión hace alarde de dichos y diretes propios, el personaje de Camilo Canegato, el artista, adorna su parlamento con detalles referentes a la historia del arte universal, la vieja maestra de igual modo en sus apreciaciones nos muestra lo que fue en su época de enseñante.
La lectura me ha resultado muy amena, y el misterio a resolver, acertado en cómo se lleva según avanzamos con ella. El final resulta sorprendente y cierra muy bien todos los enigmas planteados en su desarrollo.
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