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Crítica de Inquilinas_Netherfield


Inquilinas_Netherfield
06 February 2020
Roxana, o la cortesana afortunada, de Daniel Defoe, llevaba esperándome mucho tiempo en la estantería. Publicada en 1724 de manera anónima como todas las novelas del autor, fue su última obra de ficción: todo lo que escribió después fueron ensayos y obras de no-ficción. Defoe parece que solo es conocido por su Robinson Crusoe, y sin embargo, de entre sus obras, es quizás la que a mí menos me llama. El caso es que, con la lectura de Roxana, por fin he cumplido con uno mis enternos pendientes.

Roxana (que realmente no se llama Roxana, sino Susan, aunque su nombre real solo aparece una vez en el libro y de manera tan anecdótica que, o el lector está al loro, o se le pasa... de hecho se suele decir que no se sabe el nombre real del personaje y no es verdad, sí que se dice) es una joven francesa de nacimiento que a los diez años se traslada junto a su acomodada familia a Londres. Se casa con una buena dote y ya ha dado a luz a cinco hijos cuando apenas ha entrado en la veintena. Ella cumple con lo que se espera en su labor de esposa, su marido no, así que tras haberse ventilado toda la dote de su mujercita, este buen elemento abandona a su familia dejándolos en la mayor de las indigencias. Roxana y sus hijos pasan hambre durante dos años, venden todo lo que tienen y siguen pasando hambre, y junto a ellos solo permanece la fiel Amy, criada que acompañará a su señora durante (casi) toda la historia. Llega un punto que, para que sus hijos sobrevivan, los abandona con la familia de su esposo para que se haga cargo de ellos (aunque, la verdad sea dicha, la protagonista se desentiende de ellos durante décadas. de madraza, nada).

"Y aquí, debo tomarme la libertad, por mucho que tenga que reprocharme mi conducta posterior, de avisar a mis amigas, las jóvenes de este país, y decirles, a modo de advertencia, que, si tienen algún interés en su felicidad futura, alguna perspectiva de vivir felices con un marido y alguna esperanza de conservar su fortuna, o de recuperarla tras un desastre, no se casen nunca con un idiota [...] Además, hay tantas clases de idiotas, una variedad tan infinita de ellos [...] nada de idiotas, señoritas, ni uno solo [...] es más: sed cualquier cosa, incluso una vieja solterona, la peor maldición de la naturaleza, antes que casaros con un idiota."

¿Cuándo se ilumina el camino de la protagonista? Cuando un señor ya casado le ofrece comida, bienestar, seguridad... a cambio de compartir la cama. Ella también está casada por mucho que no sepa dónde está su idiota marido, y aunque al principio juega a ser virtuosa, blablabla, en realidad no se lo piensa y mientras su casa permanece abierta para este señor cada vez que él tiene a bien presentarse en ella, él la colma de monedas y comodidades. Y así comienza la vida de Roxana como cortesana, una vida llena de hombres que no solo la mantienen sino que la convierten en una mujer rica, hombres de los que pare hijos sin ton ni son (antes de llegar a la página 200 ya ha dado a luz al menos a once churumbeles entre los nacidos dentro del matrimonio y los bastardos), hombres que abren una puerta que ella ya no querrá cerrar jamás: la de la independencia económica y libertad de elección en todos los aspectos de su vida.

En definitiva, Roxana es una mujer que da a luz a más de una decena de hijos a principios del siglo XVIII y que, no solo no muere en el intento, sino que es tan hermosa que ni siquiera necesita maquillaje y mantiene una figura espléndida que enamora a todo hombre que se cruza en su camino, realeza incluida (que esto sea creíble o no es lo menos importante). Y ella hace uso de ese poder porque sabe lo que es pasar hambre, porque sabe lo que es querer morirte por no tener nada que llevarte a la boca. Todos estos honores, los halagos, el dinero... se le suben a la cabeza. Cada día está más enamorada de sí misma y la prostitución, en sus propias palabras, se convierte en un vicio: se enorgullece de su condición, disfruta siendo prostituta. Y por ello, cuando ya no necesita serlo porque es rica, cuando es económicamente independiente, cuando podría retirarse y vivir cómodamente rodeada de lujos, sigue ejerciendo su oficio. Su vida gira en torno al pecado (como ella lo llama), y todo esto, muy bien envuelto para resultarle entretenido al lector, esconde en realidad una historia muy alejada de moralinas y moralejas donde el matrimonio como institución queda muy mal parado (por cierto, que nadie espere una Fanny Hill con escenas eróticas y sexuales explícitas... Roxana no entra en ningún detalle de alcoba, algo en realidad sorprendente para tratar el libro la temática que trata).

Bajo mi punto de vista, la modernidad de esta obra de Defoe empieza dándole voz a una mujer que no solo cuenta en primera persona su historia (estamos en 1724, no lo olvidéis... que un hombre diese voz a una mujer en una novela era algo totalmente impensable), sino que la historia que cuenta es, para la época, altamente subversiva. Roxana lucha por su libertad durante toda la novela, se enorgullece de todo lo que consigue gracias a su cuerpo y a sus relaciones por mucho que intente hacernos creer que se arrepiente de su vida disipada, aprovecha con mano de hierro todas las oportunidades que se le presentan, demuestra inteligencia para administrar el inmenso patrimonio que poco a poco va amasando y, en denitiva, cada paso que da va encaminado en una sola dirección: su independencia en todos y cada uno de los aspectos de su vida, ya sean sentimentales, sexuales, sociales como, sobre todo, monetarios. Porque Roxana demuestra durante buena parte del libro que está dispuesta a todo, a cualquier cosa, salvo a volver a casarse. Y es en algunas sentencias sobre el matrimonio y el papel de una esposa en ellos donde se esconden algunas de las ideas más revolucionarias de la obra:

"Había tenido tan mala suerte con mi primer marido que odiaba la idea de volver a casarme. Había descubierto que a una esposa se la trata con indiferencia y a una amante con pasión; que a una esposa se la considera una especie de criada de rango superior, mientras que una amante es soberana; una esposa debe renunciar a todo lo que tiene y se le reprochará hasta el más mínimo ahorro que haga aunque sea su dinero de bolsillo; en cambio una amante hace cierto el dicho de que lo que tiene un hombre es de ella y lo que tiene ella también; la esposa debe soportar cientos de insutos y tiene la obligación de aguantar sin rechistar o marcharse y arruinarse; cuando a una amante la insultan, se va y busca un nuevo amante".

Os pongo otro ejemplo sobre esto y cambio a otra cosa. Hoy os toca tener más paciencia conmigo de la normal (que ya es mucha, lo sé xD):

"... yo estaba decidida a seguir siendo independiente y le respondí que no conocía ningún matrimonio que no fuese, en el mejor de los casos, un estado de inferioridad, si no de esclavitud; que no tenía intención de caer en él ahora que vivía en total libertad y tenía mi propio dinero; que no veía la relación entre las palabras "honor" y "obediencia" y la libertad de la mujer sin compromisos; que no entendía por qué los hombres se dedicaban por un lado a aumentar la libertad de la raza humana y al mismo tiempo a someter a las mujeres, sea cual sea la disparidad de sus fortunas, a unas leyes del matrimonio elaboradas por ellos mismos; que tenía la desgracia de ser mujer, pero estaba decidida a librarme de los inconvenientes de mi sexo..."

¿Os imagináis a un lector de hace trescientos años leyendo esto de boca de una mujer, prostituta para más señas? Defoe sabía cómo convertirse en la salsa de todas las reuniones :)

Dicho todo esto, tengo que comentaros una cosa sobre el estilo narrativo de este libro. Y lo quiero comentar porque el punto de vista es moderno (modernísimo) para la época, pero la narración a mí me ha parecido bastante audaz y no creo que sea del gusto de todos los lectores (audaz e intencionada: Defoe se ponía el mundo por montera). Por decirlo de manera que todos nos entendamos, Roxana está escrito como si el autor no se parase a pensar lo que escribe ni a revisarlo, narrando todo tal cual se le pasa por la cabeza con repeticiones, saltos hacia delante y hacia atrás, coletillas, desorden temporal... Lo que Defoe pretende es transmitir la imagen de Roxana contando su historia como si tuviera al lector/oyente delante, dotar a la narración de realidad, ¿y qué pasa cuando las personas nos ponemos a contar algo sin pararnos a pensar en estilo narrativo, en pulcritud a la hora de exponer las ideas, en elegancia a la hora de plasmarlas, en pausas que dividan la información, etc...? Pues pasa que nos repetimos. Mucho. Y que las cosas quedan un poco en plan batiburrillo.

Para empezar, no hay capítulos, es narración continua pura y dura durante las más de cuatrocientas páginas: un monólogo sin interrupciones ni intermezzos plagado de frases interminables. La historia está contada de manera totalmente lineal, con un planteamiento tal que así: "y yo le dije" + párrafo, "entonces me respondió" + párrafo, "así que yo le contesté" + párrafo... También repite mucho la información que va ofreciendo (mucho), te dice algo y te lo vuelve a decir casi con las mismas palabras al menos dos veces más varios párrafos después: por poner un ejemplo, si Roxana ha recibido una carta de Amy contándole tal y cual, tened por seguro que esa misma información contada casi de la misma manera va a aparecer varias veces en párrafos posteriores. Y por si fuera poco tiene el feo hábito de usar constantemente coletillas de anticipación al final de muchos, muchos párrafos: "ya hablaré de eso más tarde", "ya contaré eso en su momento", "ya lo contaré después con más detalles", "pero todo a su tiempo"... una y otra vez nos adelanta acontecimientos, e incluso alguno nos lo adelanta y no ocurre (palabrita, adelanta una cosa que jamás ocurre xD). En definitiva, parece un libro que no ha corregido absolutamente nadie.

Tenemos por tanto una narración tosca pero totalmente intencional por parte del autor, porque nadie puede esperar que Roxana sea una literata. Es Roxana la que cuenta la historia, y Roxana es una cortesana, no una escritora, y bien que se encarga Defoe de que lo suframos todo el libro. al principio, cuando terminé la novela, acabé un poco cansada de tanta repetición y tanta anticipación de acontecimientos, pero si os soy sincera, conforme ha ido reposando el libro en mi cabeza y he sido consciente de lo que quería el autor, mi percepción de la lectura en general ha mejorado mucho. Sigo pensando que a este libro le sobran muchas páginas y quizás se me ha quedado algún escalón por debajo de lo que esperaba, pero la historia en sí es tan, tan moderna con sus trescientos años de antigüedad, Defoe es tan sinvergüenza (entendedme bien) a la hora de pasarse por la peluca las convenciones sociales, que resulta imposible no encontrarle a la lectura méritos y virtudes a poco que se recapacite sobre ella. Aun así, todavía tengo que hablaros del final... (esto me está quedando un poco por fascículos... xD).

Ay... ¡es que vaya final! No voy a entrar en detalles, pero ese párrafo final ha llevado a muchos lectores a pensar que el libro está inconcluso. Yo no lo creo, para mí el libro está más que finiquitado, pero el modo en que Defoe le pone fin es... interesante xD. de primeras podrías imaginar a Defoe escribiendo el libro, llegando a un determinado momento y pensando: ¡Al carajo, estoy hasta la mismísima peluca de Roxana y el viento que la trajo! ¡Hasta aquí hemos llegado!... pero creo que es un error. Simplemente Roxana cuenta la parte de su vida que quiere contar, la prostitución no solo de su cuerpo sino de su moral, un haraquiri en toda regla de su ética e integridad en pos de riquezas, lujos y libertad. Lo que ocurre después de eso, el futuro que se atisba en el punto en que termina esta historia, ya no es relevante, no tiene relación con la llama que insufla vida a esta historia. Y ahí se detiene todo, sin más. Roxana abandona la pluma y el papel.

Me voy callando, que aunque no os lo creáis, me extendería más sobre algunas cosas, pero no quiero abusar demasiado de vuestra paciencia. Disfruté de la lectura de Roxana, o la cortesana afortunada con algunos peros, y en mi cabeza pesaba más la historia en sí misma, la modernidad del discurso de la mujer protagonista, que la calidad del libro o el modo en que estaba planteado. Conforme la lectura se va asentando en mi mente todos los factores se van equilibrando y el todo me parece más redondo que en la primera impresión, más armónico. No me arrepiento en absoluto de haberlo leído, y ya tengo Moll Flanders esperando también en la estantería (antecesora en realidad de la propia Roxana, quizás debería haberlas leído en orden inverso), así que no sé si será este año o el que viene, pero volveré con otro Defoe más pronto que tarde.
Enlace: https://inquilinasnetherfiel..
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