Antes creía que las cosas tenían una razón de ser, un sentido oculto. Antes creía que ese sentido presidía la organización del mundo. Pero es una ilusión pensar que hay buenas o malas razones, y en eso la gramática es una mentira por hacernos creer que las oraciones se articulan entre sí según una lógica que el estudio revela, una mentira perpetuada desde hace siglos, pues ahora sé que la vida no es más que una sucesión de pausas y desequilibrios cuyo orden no obedece a ninguna necesidad.
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