La viña de uvas negras

El libro relata la historia de Casimiro Badalamenti, un agricultor venido a más gracias a la mafia siciliana. Sus andanzas comenzarán en Cinisi, donde vivirá con Concetta, una prostituta a la que no querrá esposar por su condición, pero a la que hará 6 hijos para demostrar su hombría. Eso sí, al no estar casados y para no dar que hablar, se los entregará a distintas familias para que cuiden de ellos.

Pasados los años, y una vez se ha hecho un nombre, Casimiro volverá a su aldea natal, donde tiene su viña de uvas negras (diferentes a las que se cultivan en Sicilia, que suelen ser de vino blanco). Se llevará con él a Concetta, ya sí en condición de esposa, y de paso recuperará a tres de sus hijos. El primogénito, Nicola, es el más reticente, puesto que ha tenido una buena vida junto a sus padres adoptivos, y en la viña solo le espera trabajo y mano dura. Estando en la villa, aislados, Nicola empezará a tener más relación con su hermana Rosaria, llegando incluso a tener relaciones sexuales, lo cual, como no podría ser de otro modo, supondrá un desenlace fatal para ambos.

Si bien me ha sorprendido gratamente cómo está escrito el libro (con descripciones muy reales y transmitiendo esa aridez del entorno), no he acabado de entender qué quería contar la autora. Por supuesto transmite lo opresivo de ese ambiente y la omnipotencia del padre de familia frente al resto, pero me parece que está algo mal estructurado, como que se centra mucho en la primera parte de la vida en Cinisi y luego resuelve demasiado rápido. Aún así ha sido una lectura interesante.

Probablemente pocos hayan oído hablar de “El viñedo de uvas negras” y de su autora, Livia de Stefani, una escritora nacida en Palermo en 1913, sumida en un silencio inmerecido. Porque esta novela, inspirada en una historia criminal, traza una historia muy lejana en el tiempo, pero cruelmente viva.

En la Sicilia de los años 20, Casimiro Badalamenti es un “mafiosetto” que, por motivos familiares, se ve forzado a trasladarse de Giardinello, un pueblo de montaña, a Cinisi, una localidad costera, a la casa de Concetta, una prostituta. Tras años de relación sumisa, y tras ser sometida a un encierro “propio de una mujer decente”, tendrá cuatro hijos que luego confiará a desconocidos para no dejar rastro de una relación de la que se avergüenza. Años después, cuando sus negocios han dado sus frutos y se ha convertido en un hombre socialmente respetado, Casimiro decide volver a su Giardinello natal, a las viñas y fincas de sus antepasados, reclamando lo que le correspondía. Casado ahora con Concetta, decide recuperar a la fuerza a los hijos criados en otros hogares, rompiendo profundos lazos emocionales.

"Cuando escribí “El viñedo de uvas negras” pensé que solo tendría éxito en Sicilia; en cambio los sicilianos despreciaron el libro, lo consideraron una ofensa. Tanto es así que durante mucho tiempo no pude regresar a la isla. Tuvieron que pasar veinticinco años”, decía Livia de Stefani, porque la novela, intensamente dolorosa, fue una de las primeras en describir, aunque de manera velada, el yugo mafioso de profundas raíces tradicionales, que pesa sobre las tierras sicilianas. Así, en esta historia se consuma la tragedia de vidas ya marcadas por el destino, donde casas, pueblo, negocios y familias describen la tradición y las costumbres de la Sicilia arcaica, inmóvil y patriarcal de las primeras décadas del siglo XX; donde el hombre/amo/padre decide el destino de las mujeres de su hogar -un hombre duro, rudo, desprovisto de sensibilidad-, donde el "honor" se eleva y se paga con sacrificios de sangre.
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