A quien dices tu secreto das tu libertad.
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A quien dices tu secreto das tu libertad.
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Simpleza es no querer amar y esperar ser amado; locura es pagar la amistad con odio.
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Cerca ando de mi fin. En esto veo que me queda poca vida. Pero bien sé que sobí para descender, florecí para secarme, gozé para entristecerme, nascí para vivir, viví para crecer, crecí para envejecer, envejecí para morirme.
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En verdad así es, y así todas las cosas de esto dan testimonio: las estrellas se encuentran en el arrebatado firmamento del cielo, los adversos elementos unos con otros rompen pelea, tremen las tierras, ondean los mares, el aire se sacude, suenan las llamas, los vientos entre sí traen perpetua guerra, los tiempos con tiempos contienden y litigan entre sí uno a uno y todos contra nosotros.
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Siempre lo oy dezir, que es más difícile de sofrir la próspera fortuna, que la aduersa: que la vna no tiene sosiego e la otra tiene consuelo.
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La celestina trata de las diferentes tipos de personas que existen en el mundo y unas de ellas son los que buscan riquezas y dinero tanto que se olvidan de sus seres queridos, hasta las personas que pensamos que son fieles nos abandonan.
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«Amor es un fuego escondido, una agradable llaga, un sabroso veneno, una dulce amargura, una deleitable dolencia, un alegre tormento, una fiera herida, una blanda muerte»
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Oh amor, amor! ¡Que no pensé que tenías fuerza ni poder de matar a tus subjectos! (...) Enemigo de toda razón, a los que menos te sirven das mayores dones, hasta tenerlos metidos en tu congojosa danza. Enemigo de amigos, amigo de enemigos, ¿por qué te riges sin orden ni concierto? Ciego te pintan, pobre y mozo. Pónente un arco en la mano, con que tires a tiento; más ciegos son tus ministros, que jamás sienten ni ven el desabrido galardón que se saca de tu servicio. Tu fuego es de ardiente rayo, que jamás hace señal do llega. La leña que gasta tu llama son almas y vidas de humanas criaturas, las cuales son tantas que de quien comenzar pueda, apenas me ocurre.
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Es un fuego escondido, una agradable llaga, un sabroso veneno, una dulce amargura, una deleitable dolencia, un alegre tormento, una dulce y fiera herida, una blanda muerte
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Señora, el que quiere comer el ave, quita primero las plumas" Calisto a Melibea cuando está tratando de desnudarla
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Marinero en tierra