Gracias y desgracias del ojo del culo

En 1628 Francisco de Quevedo hace un encomio del trasero en clave humorística. Primero, se refiere al lugar que éste ocupa en el cuerpo. Su ubicación lo define. Su centralidad es indiscutible, señala Quevedo. Segundo, la morfología de esta parte del cuerpo es muy especial: por la forma redondeada, y su suavidad al tacto. El cuerpo humano cuenta con varios orificios como los oídos, la boca, las fosas nasales pero la rivalidad del trasero es con los ojos. Todo el humor de Francisco de Quevedo gira alrededor de los orificios corporales.

Además, Quevedo compara el trasero humano con el de los animales, que generalmente están tapados por el pelaje. Algo tan delicado y central del cuerpo humano se debe guardar bien, por eso se lo arropa bien con la camisa y el pantalón. Otro punto indagado por Quevedo es la etimología de esta palabra y encuentra una gama de sinónimos como nalgas, antífonas, asentaderas, trancailo, o tancahigo.


Quevedo también remarca la utilidad del excremento; ya sea para abono y/o fertilización. También reconoce la hidalguía de los gases como algo necesario para la buena salud.
Según Quevedo, el trasero sufre distintas desgracias que él detalla: es la parte del cuerpo más  castigada , el dolor de estómago y el comer en demasía tiene consecuencias en el trasero, el caerse de trasero.

Francisco de Quevedo resalta las virtudes del trasera como la ubicación y la necesidad fundamental de su existencia en los seres vivos; así como también las desgracias que éste padece: los castigos, cualquier dolencia estomacal probablemente tendrá consecuencias para el trasero. Esta pequeña obra de Quevedo es muy divertida, el autor abarca una gama de temas relacionados al eje principal que el lector se ríe de principio a fin. Con Quevedo la diversión está garantizada.
"De si tienen alguna gracia o no los culos sería largo de contar, baste decir que culos que se conocen, en la calle se saludan" (320 palabras).