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Críticas sobre Don Quijote de la Mancha (40)
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Malfred_13
 13 March 2024
Obviamente el libro tiene sus fallos, más es probable que sea una de las historias mejor construidas ante las que me he hallado.

Quijote, Sancho, cura, barbero... Todo personajes reconocibles y únicos. Y cómo no destacar a Marcela, como el mejor discurso de todo el libro.

La trama tiene sus fallos y olvidos, y no es del todo adictiva por su estructura, pero es sin duda un viaje inolvidable lleno de imágenes que han trascendido la cultura española. Risas, penurias... el lector no está preparado para esto.

Y es de reconocer el trabajo de Cervantes, que consiguió un libro lleno de referencias y de una complejidad ejemplar.

Dentro de unos años lo volveré a visitar, y de otros tantos puede que también.
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rafaperez
 18 October 2023
A riesgo de que me destierren, Don Quijote de la Mancha no hubiera sobrevivido a nuestros días, de no haberse empeñado círculos políticos y culturales en proteger la obra. El Quijote es el/la niñ@ mimado de la literatura española.

No pretendo con esto menospreciar la obra de Cervantes, pero sin el tesón de algunos en convertirla en marca España, El Quijote no sería lo que es.

¿Merecido? Sí y no, pues otras de igual calidad han tenido menor trascendencia o simplemente se han perdido.
No me parece mal preservar la cultura de algo tan nuestro a través de los siglos, el problema está cuando se apuesta todo a que una sola obra lo merezca (que lo merece) o no.

El quijote es una sátira de la sociedad del momento y de las novelas caballerescas de la época.

Alonso, afectado por tanta lectura, toma a Rocinante y acompañado por su fiel Sancho recorre los campos de Castilla para arreglar el mundo.(su mundo)

Las andanzas, locuras y corduras nos acompañaran de la mano de un antihéroe, melancólico, loco y justiciero (su justicia) aderezada siempre con esa fina ironía clave de la grandeza de una obra que reconozco.

Sí, es literatura pura, una obra inmensa, magistral y mimada.

No culpo a la obra de tal cosa, pues lo merece, pero me pregunto que habría pasado si defendieramos con el mismo ahínco toda la literatura clásica española en lugar de poner todos los huevos en el mismo cesto.

Animo a invitar a acercarse a la obra a las nuevas generaciones, pero por favor, no se olviden de Quevedo, Hernández, calderton, Valle-Inclán, Galdós, Baroja, Delibes y la lista se me hace eterna.

La literatura española no se reduce a la magistral obra de Cervantes.



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Guille63
 29 September 2023
Será que hay que tener una edad, o un cierto bagaje como lector, para apreciar debidamente la gran obra de Cervantes. Y no me refiero al valor que pudiera tener al ser la primera novela moderna de la historia, a su importancia como hito literario, no, estoy hablando de la habilidad de su autor para aunar agudeza en el juicio y diversión en la trama. Ahora, tras tanto años de mi primera lectura, me llaman la atención algunas cosas.

En primer lugar, la rapidez con la que se van enlazando los sucesos. de todos son bien conocidas las cómicas, y a veces tristes y a veces ambas cosas al tiempo, aventuras a las que la locura fue conduciendo a don Quijote para regocijo de sus lectores. Pero quizás sea menos conocida la cantidad de páginas que Cervantes dedica a las historias de amor, con un regocijo bastante más moderado por parte de este que les escribe. La primera, por descontado, es la que vive el propio Don Quijote con una Dulcinea inexistente e ideal que su locura hace identificar con la no tan simpar Aldonza Lorenzo, pero hay muchas más: Grisóstomo y Marcela, Cardenio y Luscinda, Fernando y Dorotea o el curioso trío de Lotario, Anselmo y Camila… Lo llamativo de estas historias es la inteligencia y determinación que muestran estas mujeres frente al vergonzoso papel que se les adjudica a los hombres. de hecho es llamativa la reivindicación feminista que nos hace el autor:

“Las doncellas y la honestidad andaban, como tengo dicho, por donde quiera, solas y señeras, sin temor que la ajena desenvoltura y lascivo intento las menoscabasen, y su perdición nacía de su gusto y propia voluntad.”

Menos me ha sorprendido que para algunas cosas exponga tanto lo blanco como su contrario lo negro, no por nada hay alguno que lo considera la Biblia española. Un ejemplo es esa reivindicación “comunista” que enarbola el Quijote en su discurso de la primera parte:

“Dichosa edad y siglos dichosos aquellos a quien los antiguos pusieron nombre de dorados, y no porque en ellos el oro, que en esta nuestra edad de hierro tanto se estima, se alcanzase en aquella venturosa sin fatiga alguna, sino porque entonces los que en ella vivían ignoraban estas dos palabras de tuyo y mío!”

Cervantes identifica como uno de los principios del descarrilamiento de la humanidad esa aparición de la propiedad privada, hecho que sitúa justo en el momento en el que el ser humano dejó el nomadismo para asentarse y vivir de la agricultura.

Palabras que no se corresponden muy bien con el clasismo que Cervantes presenta otras muchas veces, que, por otra parte, es lo propio de su época, pues “no hay otra cosa en la tierra más honrada ni de más provecho que servir a Dios, primeramente, y luego a su rey y señor natural” o “después de a los padres, a los amos se ha de respetar como si lo fuesen”.

No quisiera alargarme mucho con este comentario pues ya se sabe “que ninguno hay gustoso si es largo”, pero es difícil atenerse a tal propósito.

Como decía, alguno ha considerado la obra como la Biblia española, y este alguno del que hablo no es otro que Unamuno que consideraba a Don Quijote el Jesucristo hispano y, sin entrar en sus razones, no lo encuentro yo desatinado. Don Quijote es un creyente absoluto, “el caballero de la fe” que decía Unamuno. Igual que Jesucristo se creía Dios, Don Quijote se cree caballero; igual que Jesucristo se creía, como hijo de Dios, llamado a salvar al mundo, Don Quijote se siente obligado por su situación de caballero a “desfacer agravios y enderezar entuertos”, a salvar al menesteroso y al desvalido; ambos tienen una fe inquebrantable en unos principios que rigen un mundo ideal del todo inalcanzable y, pese a la tozudez del mundo en ser lo que es, nada los amedrenta, nada menoscaba su fe en lo que representan y en el tipo de mundo que creen habitar, nada debilita su vocación de sacrificio. Ambos ven en sus derrotas las maquinaciones de magos o diablos cuyo único fin es el de entorpecer sus aventuras para impedir su fama, su gloria y sus fines… hasta se creen hacedores de milagros, como ese bálsamo de Fierabrás que tan milagrosamente curó a Don Quijote de su maltrecho cuerpo, pese a que su escudero Sancho solo consiguiera, al probarlo, “desaguarse por entrambas canales”, lo que no es de extrañar en alguien que no es caballero, esto es, que no profesa la misma fe inquebrantable de su señor.

Por su parte, Sancho encarna perfectamente al otro tipo de creyente, al que más abunda, al que yo denomino ALGUISTA. El ALGUISTA piensa como creyente que bien pudiera ser que no fueran gigantes, sino molinos, que no fueran ejércitos enfrentados, sino rebaños de cabras, que no fuera castillo, sino venta, que no fuera Yelmo de Mambrino, sino bacia de barbero, y es más que probable que sea pura fantasía la existencia de esa “caterva de encantadores que todas nuestras cosas mudan y truecan”… pero ALGO tiene que haber, esta vida no se puede reducir a esta realidad miserable, todos nuestros afanes deben responder a un propósito, ALGO hay, sin duda. Además, que nadie puede asegurar que al final del camino no aparecerá esa Ínsula en la que poder ser, al fin, feliz.
“… todas estas borrascas que nos suceden, son señales de que presto ha de serenar el tiempo, y han de sucedernos bien las cosas, porque no es posible que el mal y el bien sean durables, y de aquí se sigue, que habiendo durado mucho el mal, el bien está ya cerca”

Otra razón de mi extrañamiento es que, dado el éxito que tuvo la primera parte de la obra, el propio Cervantes se hace eco de ello en la segunda, resulta curioso que el autor no repitiera la receta en la continuación de su obra. En su primera entrega, la crónica de las aventuras de Don Quijote y Sancho es frecuentemente interrumpida por pequeños relatos acerca del amor, que, apenas aparecen en la segunda parte, más centrada en esas cosas que “por muchas, grandes y nuevas, merecen ser escritas y leídas”, “mil zarandajas tan impertinentes como necesarias al verdadero entendimiento desta grande historia”, cosa que le agradezco al autor enormemente, pero que no deja de sorprenderme.

Otro tema chocante en la parte segunda es la degradante forma en la que unos marqueses tratan a don Quijote. Hasta ahora, el Quijote había padecido muchas adversidades indudablemente cómicas, pero que eran producto del choque natural entre su locura y la realidad, era él quién corría hacia la aventura. En los que centran esta segunda parte, son los marqueses, y no solo ellos, los que, para su propio placer y jolgorio, propician estos sucesos convirtiendo a don Quijote y a Sancho en bufones de la corte. Si bien Sancho sale bien parado de la burla como gobernador (un gobernador que ejerce su gobierno con poder absoluto y con unas dotes, a mi modo de ver, exageradas para lo que hasta este momento sabíamos de nuestro fiel y codicioso escudero, incluyendo el hecho de decidir abandonar el poder), don Quijote, por el contrario, sale escaldado una y otra vez de forma absolutamente grotesca.

“Que trata de lo que verá el que lo leyere o lo oirá el que lo escuchare leer”

En fin, así es, no todo el mundo saca el mismo provecho de su lectura. Me dirán que eso ocurre con cualquier libro, y es cierto, pero el caso de este es muy especial.

Los muchos años que lleva en el universo literario juegan a su favor, y si durante un buen número de ellos fue considerado simplemente un libro cómico y de aventuras, después ha dado lugar a multitud de interpretaciones a cual más sesuda, con lo que Cervantes acabó saliéndose con la suya, que no es otra que la que explicitó en el prólogo: que leyéndolo, “el melancólico se mueva a risa, el risueño la acreciente, el simple no se enfade, el discreto se admire de la invención, el grave no la desprecie, ni el prudente deje de alabarla Un propósito encomiable y peliagudo que quizá le turbó en demasía si tenemos en cuenta la cantidad de errores, olvidos o contradicciones que contiene, al menos en su primera parte.

En cualquier caso, no deja de sorprender que un Ortega considere al Quijote como “el eterno esfuerzo en el que se debate la cultura toda por dar claridad y seguridad al hombre en el caos existencial en que se halla metido” y un Tom McCarthy piense que se trata de “alguien que quiere ser auténtico… y descubre que para lograrlo ha de sumergirse en ficciones”. Parece que fue Friedrich W. J. Schelling quién estableció la teoría de que la novela confrontaba el idealismo con el realismo, siendo don Quijote el defensor de un ideal inalcanzable en contra de una realidad tozuda y desagradable. Hay quién solo ve en la novela una sátira de las costumbres de la época o, yendo un poco más allá, de la idiosincrasia española. Hasta hay quién ve en la novela una Biblia que tiene a Don Quijote como a un nuevo Cristo.

Me pregunto si Cervantes era consciente de todo esto que ahora se le atribuye, o si no era más que, como algunos argumentan, un genio irreflexivo, vamos, algo así como el burro al que le suena la flauta por casualidad (aunque bien es verdad que, al menos, la tocó dos veces).

Por mi parte creo que tampoco es descartable que la dolencia de don Quijote no fuera más que una fuerte crisis de los cincuenta y, de igual forma que hay quién se compra una moto y se cree el rey del mambo, éste, consciente de pronto de la potencia de su brazo, decidió montárselo a lo grande y ponerse el mundo por bacía de barbero.

“Todo es morir, y acabóse la obra”

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Migue77
 18 June 2023
Y por fin, recién cumplidos los 46 años, conseguí leer entero el Quijote, un tesoro nada oculto que me había pasado desapercibido hasta ahora. Tengo que agradecer a mi suegra que me haya prestado esta versión "puesta en castellano actual íntegra y fielmente por" Andrés Trapiello, sin duda una adaptación más digerible que la mezcla de español del siglo de oro y castellano medieval de la obra original.

Si Lope de Vega, su rival literario, formó parte de la Armada Invencible, Miguel de Cervantes a su vez sirvió como soldado en la batalla naval de Lepanto. La contienda quizás no varió significativamente el rumbo de la Europa de finales del siglo XVI, pero sí que fue relevante en la historia de la literatura, al dejar vivo (aunque manco) al que devendría en pionero de la novela en prosa con su don Quijote.

La obra se compone de dos partes, una primera titulada “El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha” y publicada a comienzos de 1605, y su continuación en 1615 denominada “Segunda parte del ingenioso caballero don Quijote de la Mancha”. Los protagonistas son dos mitos: el visionario Don Quijote, que a lomos de su caballo Rocinante recorre España creyéndose un caballero andante medieval, junto a su parlanchín escudero Sancho Panza, un buen hombre adicto a los refranes y con “muy poca sal en la mollera”. Sus aventuras y desventuras, son leyenda.

El Quijote es una obra que desde su publicación ha sido objeto de múltiples estudios e interpretaciones. Por ejemplo, autores como Dostoievski han sugerido que esta magnífica comedia es además una metáfora de la vida misma, lo cual magnifica su atractivo y eleva a esta novela al lugar destacado que se merece dentro de la literatura universal. Para mi, su esencia es su humor. La habilidad de hacer reír es maravillosa, y conlleva beneficios tanto para quienes se ríen como para quienes son capaces de provocar risas; Cervantes sin duda lo sabía.
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Juandi4
 09 May 2023
¿Qué decir que no se haya dicho ya? El Quijote es una obra maestra de la literatura española que ha dejado una huella indeleble en la cultura mundial. A pesar de estar escrito en castellano antiguo, su lectura resulta muy satisfactoria gracias a sus capítulos cortos y su humor. La historia de este fascinante soñador tiene un ritmo genial, unos personajes bien construidos y unas aventuras sorprendentes. La relación entre Sancho y su rucio es un gran acierto, mientras que las invenciones de Don Quijote son simplemente geniales.

Una auténtica joya, pero el que te obliguen a leerlo desmerece un poco. Es de esas lecturas que te vienen obligadas por los programas de estudios, y que desafortunadamente en esos momentos no sabemos apreciar ni valorar.

Lo leí por entonces hace ya unos años, cuando aún no apreciaba lo que tenía entre mis manos. Pensé que se me haría bastante pesado por su extensión y el uso del castellano antiguo, sin embargo, me pareció un libro muy divertido que te hace reír a menudo de las ocurrencias disparatadas del ingenioso hidalgo y de la inocencia de su compañero. No imaginé que pudiera ser tan divertido y lo disfruté mucho.

Después de releerlo, comprendí que este libro no es para principiantes. Cuántas enseñanzas nos deja sobre el arte de vivir. Cada pasaje es una lección de vida, en la que queda patente que los tropiezos y los fracasos no deben frenar nuestros sueños y expectativas. Es una historia muy significativa sobre cómo debemos vivir plenamente la vida. La locura de Don Quijote lo convierte en un luchador apasionado que defiende sus ideales en busca de su sueño.

Requiere tiempo y paciencia para leerlo, pero realmente vale la pena, especialmente cuando se es lo suficientemente maduro para disfrutarlo. Hay que leerlo con calma y analizar bien a qué se refiere en cada episodio, porque son muy irónicos y la gracia se encuentra en su análisis detallado.

Honor a quien honor merece, y al menos a mí, el quijote me parece que tiene la fama bien ganada. Un libro que debe ser leído al menos una vez en la vida.
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docline
 09 January 2023
La primera novela del mundo.
La madre de todas las novelas.
Insuperable.
Inagotable.
Un monumento que merece la pena visitarse varias veces en una vida.
Cervantes abrió todas las puertas y permitió que existiera esta manera de describir el mundo: la no-ve-la.
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Paco_Garrido
 23 December 2022
"Quién va a ser sino el famoso Don Quijote de la Mancha, desfacedor de agravios, enderezador de entuertos, el amparo de las doncellas, el espanto de los gigantes y el vencedor de las batallas."

Qué puede decirse del Quijote que no se haya dicho ya. Una obra maestra de la literatura universal que no se ha leído, se ha estudiado, como ninguna otra, posiblemente. Cervantes ideó la historia de un hidalgo aldeano que enloquece de leer novelas de caballería y nos hace partícipes de una serie de delirantes aventuras dentro de una dicotomía divertida pero también dramática.

Aunque está concebida como una sátira de dichas novelas caballerescas, el Quijote es mucho más, constituye una lección magistral sobre la grandeza y la miseria se la condición humana. Como buenos caballeros andantes, sentimos en las palabras de don Miguel el noble afán de ayudar a los necesitados -o menesterosos- que produce un agridulce sentimiento de hilaridad y tristeza por esas mentes enloquecidas, a la vez sana y optimista, a pesar de las situaciones existenciales vividas en esta monumental obra.

Nos apegamos a una piel tan fina que su etiqueta de universal o atemporal está más que justificada, siempre existieron, existen y existirán Quijotes y Sanchos Panzas. Es difícil llegar "virgen" a esta historia, siempre hemos oído o leído alguna referencia a episodios conocidos como el de los molinos, los galeotes o los cueros de vino, todos expuestos en la primera parte. La segunda, escrita con diez años de diferencia, es donde encuentro las novedades literarias. Cervantes plantea una historia como si don Quijote hubiera existido y los protagonistas fueran conscientes de popularidad plasmada en un libro. Me parece muy interesante la perspectiva del propio autor como un investigador más.

Recuerdo unas palabras de Juan Ramón Jiménez: "Cervantes es nuestro Homero, y al mismo tiempo, nuestro mar de lenguas, olas y ondas que hablan, como sirenas, en español, y para siempre, como habla el mar, para él mismo, siempre del mar, que también cambia de lengua". Puede leerse en español del siglo XVII o una adaptación al lenguaje moderno, traducido o abreviado, pero la esencia del Quijote ha convencido al juez más importante del arte: el tiempo. Por eso siempre será inmortal.
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RocioPV
 09 December 2022
«En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor»

Su reputación como una simple historia delirante de un loco y su escudero, que creo que sigue siendo la percepción dominante, no comienza a cubrir ni la mitad, porque Cervantes es un bastardo tramposo (con perdón de Cervantes). Crees que lo atrapas (ciertamente lo pensé en el camino) porque parece endemoniadamente simple, pero al final de un párrafo, te ha dirigido en varias direcciones donde de alguna manera se ha perdido el equilibrio. Parodias, ensayos, digresiones tras disgresiones, historias dentro de historias, novelas dentro de novelas; Cervantes metió tantas cosas en este libro que es un milagro que todavía funcione, todo pegado y retenido por el tema más antiguo de la literatura occidental, que las cosas no son lo que parecen ser.

Una de las tantas historias que se encuentra en la novela es la que involucra a una mujer, Marcela, que se entromete en el funeral de un joven noble que murió porque ella no lo amaba. Sus compañeros vuelven a contar su trágica historia, sumando su dolor a la factura de carga que cayó a los pies de la mujer. Ella viene a esencialmente a decir, “¡Basta ya! No es mi culpa. El me eligió; Yo nunca lo elegí. Nunca lo perseguí ni lo guié. No amo a ningún hombre. No murió de celos, murió de estupidez ". El discurso es irrefutable y sorprendentemente fresco. Se necesita un genio satírico para que un personaje se estrelle en un funeral, hable mal de un modelo de nobleza muerta y se muestre comprensivo. El pobre muerto no es un mal tipo, solo un tonto, pero uno que podemos reconocer en nosotros mismos, autovictimizados por una visión egoísta revestida de una ilusión romántica. El punto de la sátira es el daño colateral que sus delirios causan egoístamente, difamando a alguien para defender la pasión y el dolor autoalimentados del joven.

El corazón de "Don Quijote", por supuesto, son las aventuras delirantes del personaje principal, pero como muestra la historia de Marcela, los delirios no se limitan al personaje principal. Don Quijote puede ser un hombre engañado por los libros, o más correctamente por su lectura de libros, pero el sacerdote y muchos otros personajes tienen sus propias ilusiones y Cervantes en esta obra lo deja muy claro. Don Quijote es instigado por su fiel escudero que ve la realidad detrás de la locura. Sabe que un molino de viento es un molino de viento, no un gigante; una posada es una posada y no un castillo. Pero él también tiene una ilusión. Más allá del cariño, Sancho Panza apuesta por la promesa de una isla que gobernar. Su señor puede estar loco, solo un humilde hidalgo. Sancho sabe que su amo es un fraude y bastante loco pero lo sigue de todos modos porque existe esta isla tal vez con su nombre. Su engaño es suyo. Así como el engaño del sacerdote de que puede salvar a otros de la locura de Don Quijote quemando todas las novelas románticas sobre caballeros y damas. También lo es el engaño del duque y la duquesa que creen que su simpatía por Don Quijote es amable, inocente, sin daño, todo en broma. Son gobernantes fraudulentos que gobiernan a un loco.

Lo que realmente admiro de esta obra es cómo se puede leer y disfrutar en varios niveles: el nivel superficial es una comedia satírica que a veces es casi una payasada y parece completamente inofensiva. Debajo de esto hay un mundo resbaladizo de simbolismo que refleja una visión sombría de varias instituciones, entre ellas la Iglesia. Pero las caracterizaciones son memorables, clásicas, por supuesto, y el libro avanza muy bien a pesar de que el tono se vuelve un poco monótono después de un tiempo. No obstante, esperando que me resultara una obra densa y aburrida, me resultó entretenido, divertido, obsceno, inventivo, cómico, irónico, una obra literaria fantástica de pura genialidad.
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JavierAnutrof
 17 October 2022
Un clásico es un libro que no solo trasciende el tiempo, sino que lo transforma y no hay mejor ejemplo que el quijote de Cervantes.

Sin el quijote la literatura en español sería otra... no, aún más, sin el quijote la legua española sería otra.
El quijote es una obra de humor y picardía, el tema es sin duda la realidad de su tiempo (1605), la tragedia del alma humana y la decadencia de una época de magestuosa caballería.
La primera vez que lo leí fue por pura tarea de la escuela y la verdad es que no entendí nada, no me atrapó, pero ahora que me detuve a leerlo con más años de experiencia lectora, mi noción por ella a cambiado.
Es una lectura que debes leer si o si, almenos en algún tiempo de tu vida.

Somos los hijos de la lengua española, somos hijos del quijote de la mancha.
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La_Elo_lee
 13 October 2022
Dije que volvería a leer El Quijote a los 40 años, tras haber leído la primera parte siendo estudiante, pero la pereza que da enfrentarse a tamaña obra fue postergando el momento, hasta que Blanca de @bansbooks organizó una lectura conjunta y la ocasión se mostró propicia.
Esa lectura comenzó en enero, fluyendo semanalmente con ayuda de los comentarios del resto de participantes, hasta el fin de la primera parte. Comencé la segunda con ganas, por ser nueva para mí, y haber escuchado que es mejor que la primera, pero se me hizo bola, y he tardado más de 9 meses en total en llegar al final. He manejado hasta 3 ediciones, tratando de encontrar la más atractiva, y así, a capítulo diario, pero con largas temporadas sin cumplir dicho propósito, llegué al término de las aventuras del Ingenioso Hidalgo.
Y hasta aquí la historia de esta lectura, que no es una reseña, pues no osaré a opinar sobre ese clásico de los clásicos, el libro que comprende todos los géneros, mordaz, atrevido, innovador, hilarante en ocasiones y del que he sacado mi nueva palabra favorita: refocilarse.
Sé que volveré a leerlo, quizás acompañando a algún joven lector que se vea obligado a pasar por el trance antes de que la madurez alcance a permitir disfrutarlo, o si no cuando me jubile, trataré de saborearlo lentamente, sin ninguna presión.
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