Indigno de ser humano

RECOMENDADO:
Indigno de ser humano de Osamu Dazai (1909-1948)

Novela -Literatura japonesa-

Es uno de los escritores nipones más reconocidos del siglo XX junto a Y. Mishima, N. Sōseki, J. Tanizaki o Y. Kawabata. Nació en una familia de respetados terratenientes, cuyos padres permanecieron gran parte del tiempo ausentes. Desde su infancia demostró su inclinación por los libros, adoptando la escritura como medio para manifestar sus ideas, siendo característico el aliento desolador y los matices autobiográficos. Pese a entrar a la universidad con el apoyo de su familia, nunca terminó sus estudios. Militó en el marxismo y tras la muerte de su admirado R. Akutagawa, empezó a despilfarrar, en alcohol y prostitutas, el dinero que le daba su familia, hasta que huyó con una geisha -Hatsuyo Oyama-. Desheredaro y excluido de su familia, su vida se tornó cada vez más controversial y recurrió al suicidio en más de una ocasión. Intentó suicidarse con una camarera, la cual murió tras lanzarse al agua. Posteriormente se casó con Hatsuyo, pero al enterarse que le fue infiel con su mejor amigo, ambos optaron por quitarse la vida, y ante el fracaso se divorciaron. Se volvió a casar con una maestra -M. Ishihara- y tuvo tres hijos. Sin embargo, en 1948 se lanzó a un río con su amante -T. Yamazaki-, atados con una cuerda, mientras su esposa quedó en la miseria, desprotegida con un trío de huérfanos.

Publicada meses antes de quitarse la vida, se trata de su novela más íntima, ya que el personaje -Yozo- nos acerca a una serie de acontecimientos que lo conducen a la degradación humana que le hace apreciar con desprecio a quienes le rodean, al considerarlos hipócritas, y renegar de su existencia perturbada.

Dos veces candidato a la más prestigiosa distinción literaria de Japón: Premio Akutagawa.

@Juliiann0


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Además del protagonista de la novela, Yozo es alguien diferente, no uno más.

Su personalidad es una máscara para los que lo rodean. Cuando se expresa por medio del arte se horroriza de su yo.

Es alguien que intenta forma parte de la sociedad, pero al mismo tiempo, el modelo en el que vive no tiene un lugar en el que él encaje.

Cuando llegan sus adicciones, florece su lado más terrible, arrastra a la muerte, a la destrucción.

Cuando vive sus momentos más plácidos, pasa a ser casi una especie de sanguijuela para los que lo rodean. Perdón, sobre todo para las que lo rodean.

Empatizar con él, difícil, compadecerse, difícil. Sí que lo entiendes, pero desde luego no deseas que sea tu hijo. ¿Por qué leerlo? porque es diferente, como Yozo, quizás sólo eso, es tan extraño, que lo hace único.

No sé lo que pienso de este libro. Ni me gusta, ni me disgusta. Pero sin embargo no me ha dejado impasible del todo.

La historia aunque no literalmente, comienza en un intento de suicidio. A cuenta de eso su familia lo repudia y ahí, aún va más en decadencia. Yozo, que así se llama el protagonista, cuenta en primera persona y a través de tres cuadernos su trágica vida que claramente tiene tintes autobiográficos del autor, Osamu

El protagonista es un inadaptado ya desde niño. No entiende el mundo, no se fía de nadie. A cuenta de ello se vuelve un bufón. Demuestra una cara diferente a la suya haciendo reír a la gente, cuando en realidad se va autodestruyendo con su adicción al alcohol y posteriormente a la morfina.

Mientras el mundo lo ve como un tipo gracioso y simpático y de alguna manera que no entiende, las mujeres son atraídas por su persona, él se aprovecha y consigue así mantenerse. Porque como dibujante de historietas solo malvive.

Es lúgubre del todo la historia y la verdad que la pluma del autor engancha, aunque la historia no me haya encantado. Lo que si destaco es lo mucho que me ha chirrido el machismo que se «esconde» a lo largo de sus páginas.

Tremendo. Duro. Lacónico. Un personaje atemporal descrito de manera magistral por Osamu Dazai. Una trágica historia demasiado común en sociedades cada vez más individualizadas. Con imágenes poderosas y usando el viejo asunto de unos cuadernos encontrados descubrimos la infancia y juventud de un hombre torturado. Una lectura demoledora.

Dazai nos presenta a Yozo, un personaje que lucha por encajar en la sociedad y se siente alienado de su propia humanidad. A través de la narrativa en primera persona, nos sumerge en la mente de su protagonista, explorando sus pensamientos más oscuros y su constante sensación de inadecuación.

A pesar de la oscuridad que impregna esta novela, Dazai también nos brinda destellos de esperanza y belleza. Con una prosa poética y su capacidad para describir los momentos más íntimos de la vida, nos invita a reflexionar sobre la importancia de la conexión humana y la búsqueda de la felicidad en medio de la adversidad.

"Indigno de ser humano" se presenta como una obra inquietante, sombría y a la vez deslumbrante, una fascinante pieza literaria que adentra en las profundidades de la tristeza y la búsqueda constante de un propósito en la existencia.

¿Habéis leído a Osamu Dazai?
Contádme, os leo.

Con una narración semi-biográfica ficticia a medio camino entre cuento y novela, Osamu Dazai consigue posicionarse en poco tiempo en el segundo autor más leído de Japón. Esta obra se divide en tres cuadernos, de doble partición su tercera parte, contada en primera persona por Yozo Oba desde una perspectiva lastimera, y apoyado por prólogo y epílogo de la supuesta mano de un personaje anónimo. de temática trágica y suicida, el protagonista crece tras una máscara de alteridad utilizada como mecanismo de defensa de formación reactiva que evade la crudeza de un mundo percatado tempranamente. Se siente como si el esfuerzo por ocultar esa inherente negatividad se consumiera de modo paulatino para dejar entrever la parte más oscura de la sociedad, hiperdesarrollada debido al ninguneo del que estuvo precedida. El tópico del artista debilitado por sus propios diálogos internos, ahogados en mares de alcohol y montañas de polvo blanco. La ironía del absurdismo que grita el derecho del indigno ser de no ser nadie. Abundan la bebida, el tabaco y las prostitutas asiduos en los escritores malditos. En todo momento se percibe la búsqueda de un verdadero hogar y la huida de los fingidos. Con un final tan abierto que es dificultoso averiguar en qué derivó Yozo al término del relato; ¿suicidio o feliz desenlace? Estilo conciso, directo y tal vez falto de alguna reflexión con la que entender la irresponsabilidad que llevó al personaje a destruir su vida por completo. Tirando de Camus, expiará la culpa el nihilismo negativo. Demostración pragmática de que la alta cuna y las bonitas apariencias no lo son todo, valga la redundancia.

Como su nombre lo indica, este libro trata de como el protagonista va perdiendo cada vez esa humanidad y va cayendo en un mundo ruin y oscuro.
Yozo desde pequeño no supo adaptarse a la vida, por lo que siempre ocultaba su verdadera personalidad ante los demás, pretendiendo ser un chico alegre y gracioso, que era lo más fácil para pasar la infancia, pero todo cambia en su adolescencia donde su personalidad comienza a caer lentamente gracias a las malas compañías y a los vicios en los que se ve envuelto al salir de casa y estudiar. Gastando su poco dinero y faltando a clases, conoce a una mujer con la que hace un pacto de suicidio el cual él logra sobrevivir cargando con una mancha de deshonra en su familia que lo ira induciendo cada vez en convertirse en un ser “Indigno”.
El autor nos enseña retratos de su vida en medio de esta historia, donde cada vez era más difícil empatizar con el protagonista, muchos de sus comentarios, y muchos de ellos respecto a la mujer, lograban que su actitud fuera chocante y difícil de sentir empatía hacia él.
Pero al mismo tiempo el desprecio o desapego que logras sentir por Yozo es un reflejo de lo que Yozo sentía por sí mismo, así que fuera de lo pesado que fue leer el auto desprecio del protagonista seguido de sus comentarios chocantes, puedes resaltar la magia del autor de llevarte a sentir las emociones que puede que el mismo protagonista sintiera.
Como siempre, este autor tiene esa chispa en que no puedes no sentirá que te gusta o que disfrutas la lectura, pero ahí sigues sin poder despegarte esperando el final.

Desde su tierna infancia, Yozo tiene miedo a la gente, a la sociedad y a sus dinámicas de interacción. Diferente a todos intenta adaptarse como mejor puede, que es colocándose una máscara y haciendo lo que él llama "bufonadas". Cae bien, es querido por muchos, las mujeres se enamoran de él, incluso sin tener muchos motivos de peso para ello... Yozo pasa su vida realizando una representación y con el inmenso temor, constante, de ser descubierto en su teatro. Lo vemos en diversos momentos vitales acompañado por unas u otras personas, pero sobre todo por mujeres que lo mantienen. También influirá mucho en él un amigo, Masao Horiki, que alienta su vida disoluta, su entrada al mundo de vicios varios, forjándose así su alcoholismo y el despilfarro como formas de soportar la vida. 📖

Una lectura muy interesante a la par que incómoda, no es agradable ni disfrutable como tal. Es adentrarte en la vida de un hombre inadaptado, con un miedo atroz a la sociedad y a los individuos que la conforman. Una sociedad repleta de dobleces, hipocresías, crueldad, violencia; una sociedad llena de formas de interacción aparentemente sencillas pero muy complejas, incoherentes y poco racionales, que para algunos son el día a día mientras que para nuestro protagonista son todo un tormento.

Este sufrimiento continuo y profundo lo lleva a experiencias cada vez más míseras y deleznables, que lo avergüenzan como ser humano. Realiza reflexiones sobre la sociedad y la forma de comportarnos que, aun siendo bastante pesimistas o negativas, no dejan en parte de ser muy realistas y es una de las cosas que más destaco de esta lectura, así como lo diferente que me ha resultado.

Una historia que remueve, con una estructura y un estilo narrativo que nos pega a las páginas desde el inicio hasta el final, y que nos lleva a la vida de este hombre que se considera indigno de ser humano. Esta novela tiene grandes tintes autobiográficos, la vida del autor tampoco deja nada indiferente... 🧐

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No es la primera vez que me refiero a este tipo de libros –el relato de un viaje a los infiernos de alguien malherido, resentido consigo mismo y con el mundo- como una de mis grandes debilidades literarias, y aun así nunca me he topado con un personaje tan negro por dentro y tan en carne viva por fuera, una especie de autista extrovertido si es que tal combinación es posible, si es que un personaje tan complejo y contradictorio como este Yozo que nos retrata Dazai en esta novela puede ser posible. Un personaje al que la preocupación de convertirse en adicto le hizo ir en pos de la droga.

Yozo es un joven procedente de las clases acomodadas japonesas, inteligente, guapo, con cierto talento para la pintura y con una sensibilidad tan desaforada que le convierte en alguien “condenado a ser cada vez más infeliz sin saber cómo evitarlo”. Negado para la amistad, negado para el amor, misógino, misántropo, “capaz hasta de olvidar el nombre de alguien con quien hice un pacto de suicidio”, capaz de asistir a la violación de su mujer sin hacer nada por evitarlo, el más mínimo roce lo daña, la más cotidiana e inocente interacción con el otro lo sumerge en el horror. Un ser que desde muy pequeño tuvo que interponer entre él y la temible cotidianidad, entre él y el infierno de un universo en el que impera la maldad, la doblez y la desconfianza, un disfraz autoimpuesto de payaso, de bufón que, curiosamente, le convierte en un ser encantador a ojos de todos y especialmente de las mujeres que en su presencia a cualquiera “le entran deseos irreprimibles de hacer algo por él”.

“Así mismo, la gente habla del «sentimiento de culpabilidad». En mi caso, me poseyó desde que era bebé y, con el tiempo, en lugar de curarse se hizo más profundo, penetrándome hasta los huesos. Pero, incluso si se podía decir que mi sufrimiento por las noches era el de un infierno de infinitas torturas, pronto se me hizo más querido que mi propia sangre y carne. Y me llegó a parecer la expresión de ese sentimiento de culpabilidad vivo o quizás su murmullo afectuoso.”

No se puede negar que a priori reunía todos los ingredientes necesarios para que este relato, de una infinita tristeza y desesperanza, me encandilase y, no obstante, pocas han sido las veces en las que ha conseguido alterarme como otros libros en la misma línea lo han logrado de forma más global.

Y aunque me descolocó bastante un derrape casi al final del relato en forma de descarga de responsabilidad que rompe con el hilo narrativo seguido hasta el momento, la causa de mi parcial desafección se debe achacar a la música. Esa música de la que habla Dostoievski en una carta a Turguenev refiriéndose a la obra que en esos momentos tenía entre manos y que no es otra que Memorias del Subusuelo, esa música que emana del texto, que nos envuelve y nos lleva a ese espacio particular y privado en el que nos convertimos en estrechos cómplices del autor y nos hace sentir con una inmediatez y una intensidad que exceden con mucho a la compresión literal del texto. Sí, debe ser esa música la que no he conseguido oír la mayoría de las veces que me he acercado a la literatura oriental, que ciertamente no han sido muchas, y que tampoco he conseguido escuchar en esta ocasión y, sin embargo, no puedo decir que no me haya gustado… claro, que el tema tratado facilitaba mucho las cosas.

Por lo general, las personas no muestran lo terribles que son. Pero son como una vaca pastando tranquila que, de repente, levanta la cola y descarga un latigazo sobre el tábano. Basta que se dé la ocasión para que muestren su horrenda naturaleza. Recuerdo que se me llegaba a erizar el cabello de terror al pensar en que este carácter innato es una condición esencial para que el ser humano sobreviva. al pensarlo, perdía cualquier esperanza sobre la humanidad".

Con un prólogo que señala este extracto para presentarnos la novela, se hacía evidente que me iba a maravillar la obra, y así ha sido. La historia nos va a hablar de Yochan y a través de tres cuadernos, narrados por él mismo, conoceremos todos los entresijos de su personalidad. Yochan es un chico que no entiende el mundo que le rodea. No actúa como se supone que debería actuar. No siente apego por lo que se supone que debería sertirlo. La sociedad le aterra y sabe que es diferente a los demás, por lo que decide fingir una personalidad mucho más llamativa a través de lo que el llama "sus bufonadas", haciendo reír a los demás se siente a salvo.

La crítica a la naturaleza humana me ha parecido magistral. Logré empatizar con Yochan desde la primera página. He entendido perfectamente al protagonista y, a la vez, me he sentido comprendido por el autor. He sentido esa conexión bonita que surge cuando lees algo que entiendes, que sientes. Y eso no pasa siempre. Disfruto como un loco de esos personajes perdidos, que no encajan en la sociedad y que se esfuerzan por encajar, hasta que se cansan. Que no sienten como se supone que tienen que sentir y son señalados por ello. Creo que es una obra atemporal porque la necesidad del ser humano de encajar entre sus iguales siempre estará ahí, igual que las personas que nunca lograrán entender la (horrible) naturaleza humana.

Podríamos culpar a la desidia del protagonista de muchas escenas duras que impactan, pero me parecieron tan comprensibles y entendibles, que me hicieron reflexionar durante horas. ¿Hasta que punto una persona puede limitarse a observar la vida pasar sin inmiscuirse en lo más mínimo cuando se siente perdido? Yochan es un personajazo increíble, que tiene un poquito de mí o yo tengo un poquito de él. Y desde ya me lo guardo en el corazón.

A poquito que sepamos sobre la vida de Osamu Dazai, descubriremos que los miedos de Yochan, esconden los propios miedos de Dazai. La obra está hablando constantemente de episodios de su vida, cosa que hace aún más interesante la obra del autor. Y me ha gustado tanto que prentedo leer todas sus historias. Cuando te gusta la obra y te gusta la figura del autor, solo queda subir a Dazai al pedestal que merece dentro de tus estanterías.