La persona a quien uno ayuda no se puede ni imaginar lo difícil que es la tarea.
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La persona a quien uno ayuda no se puede ni imaginar lo difícil que es la tarea.
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Deseaba que me llegara alguna inmensa felicidad, aunque después le siguiera la desgracia más profunda [...]
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Siempre me persigue un aura de oscura turbiedad, de marginado sospechoso.
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[...] este carácter innato es una condición esencial para que le ser humano sobreviva. Al pensarlo, perdía cualquier esperanza sobre la humanidad. Siempre me había dado miedo la gente y, debido a mi falta de confianza en mi habilidad de hablar o actuar como un ser humano, mantuve mis agonías solitarias encerradas en el pecho y mi melancolía e inquietud ocultas [...] |
Pensé: "Quiero morir, ahora, más que nunca, quiero morir, mi vida no tiene arreglo posible, haga lo que haga, solo sirve para ir de mal en peor; una capa más de vergüenza. Eso de ir en bicicleta para ver una cascada entre las hojas nuevas es una esperanza vana para mí que solo vivo acumulando pecados inmundos y deplorables, fuente de un sufrimiento cada vez más profundo. Quiero morir, porque el vivir solo causa pecado".
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Los cobardes temen hasta la felicidad. Puede herirse incluso con el algodón. A veces, hasta la felicidad les hiere.
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En mi existencia ya no existe la felicidad o el sufrimiento. Todo pasa. Esa es la única verdad en toda mi vida, transcurrida en el interminable infierno de la sociedad humana. Todo pasa.
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Las personas se engañan unas a otras del modo más natural y, sorprendentemente, sin resultar lastimadas. Parecen no darse ni cuenta de la superchería. Creo que su vida está llena de ejemplos nítidos, puros y claros de desconfianza. No obstante, a nadie parece preocuparle este intercambio de falsedades.
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Hasta cierto punto, logré acostumbrarme a fingir descaro. En el fondo del corazón no había perdido ni un ápice de miedo al aplomo y la violencia de los humanos; mas, aunque sin dejar de sentir ese miedo y ese sufrimiento, en la superficie me había acostumbrado poco a poco a saludar mirando a la cara... ¡No! ¡Esto no es cierto! No podía hablar con alguien sin mostrar con dolorosas sonrisas la bufonería de mi derrota.
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Quizá, en el fondo de mi corazón, se había incrementado el miedo ante el ser humano, pero era capaz de representar el papel elegido con creciente soltura.
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Gregorio Samsa es un ...