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Hay libros que tal vez nunca deberían leerse, ni escribirse, no sé hasta qué punto una historia puede apoderarse del miedo de una persona. Cuando lo comencé a leer creía que me encontraba ante un relato donde el hambre, las pasiones humanas, las mentiras y, cómo no, la traición me arrastrarían poco a poco al desenlace del libro. Estaba tan convencida que simplemente me dejaba llevar por su narración tanto en primera persona por su protagonista, como por la parte que iba dejando el autor. Sí, me gustaba lo que leía, David Jasso, es uno de los mejores narradores que tenemos, sabe entrar en el alma del lector, entiende lo que necesita y lo da, a veces sin darse cuenta hasta dónde lo lleva. Un límite que no sé si un escritor puede traspasar, él lo hace, sientes el dolor que se supone solo deben sentirlo los protagonistas. Toca una realidad dura, igual estás leyendo para evadirte de ella, pero aquí la encuentras de cara una vez más. Era feliz, siempre soy feliz mientras leo un libro, aquí ya me encontraba trasladada una época en la que la gente todavía utilizaba los carros como medio de trasporte. No son buenos tiempos para Eliseo, las fábricas le quitan ventas al hielo que saca de los neveros de su pueblo, en la provincia de Zaragoza. Los amos, los señoritos no dan respiro y él debe ir vendiendo lo poco que le queda para pagar jornales a vecinos hambrientos. Volveremos a saber de aquellos años en España, donde el hambre quedó grabado en el alma de las personas. Manuel, viudo y padre de dos hijos pequeños. Una noche cualquiera el destino se burlará de él y junto a Rosa, la mujer de Eliseo, vivirán la peor pesadilla que un ser humano merezca vivir. El frío, ese que se cala hasta los huesos, y el hielo duro del que duele en las manos, nos acompañarán durante toda la novela, ya advirtiéndonos que de algo así no puede salir nada bueno. Eres consciente mientras avanzas en la historia de la realidad, pero no importa, quieres conocer, necesitas saber lo que allí ocurrió. Los niños, no podrás quitártelos en ningún momento de la cabeza, ellos y el frío van tan unidos que logran traspasarte su angustia. Desearás poder estar ahí, rompiendo, rompiendo, rompiendo... Hay historias que tal vez nadie debería narrar. Yo creía que me encontraba ante una historia triste, dramática, no me esperaba acabar leyendo una de las mejores historias de miedo que he leído nunca. Ella, siempre ella, tras esa ventana mirando al exterior. Llega el final, David Jasso no quedo satisfecho, es consciente que has pasado miedo. ¿Pero el suficiente? No, sabe que puedes soportar otro poco, dejándote un curioso escrito ya cerrando el libro. Personalmente creo que no deberías leerlo, lector, pero la curiosidad te llevará a hacerlo. Lo siento por ti. David Jasso, nos dejó un pedazo de historia muy difícil de olvidar, porque él cree en algo más y te advierte, simplemente te advierte.... Siempre he dicho que es muy complicado opinar de un escritor al que admiras, pero nada puedo hacer más que aplaudir a unos de los mejores maestros de terror que tenemos en este país. Gracias, David Jasso, por esta maravillosa historia de fantasmas. |
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