Sin que lo hayas proferido, mejor he comprendido tu deseo que tú cualquiera cosa verdadera; porque la veo en el veraz espejo que hace de sí reflejo en otras cosas, mas las otras en él no se reflejan.
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Sin que lo hayas proferido, mejor he comprendido tu deseo que tú cualquiera cosa verdadera; porque la veo en el veraz espejo que hace de sí reflejo en otras cosas, mas las otras en él no se reflejan.
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¡Honor y antorcha de los demás poetas! Válganme para contigo el prolongado estudio y el grande amor con que he leído y meditado tu obra. Tú eres mi maestro y mi autor predilecto; tú sólo eres aquél de quien he imitado el bello estilo que me ha dado tanto honor.
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Si yo era cuerpo, y si en la Tierra no se concibe cómo una dimensión pueda admitir otra, según debe suceder si un cuerpo penetra en otro, debería abrasaros mucho más el deseo de contemplar aquella esencia, en que se ve como Dios y nuestra naturaleza se unieron.
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Y así como el alma dentro de nuestro polvo se extiende a los diferentes miembros, aptos para distintas facultades, así la inteligencia despliega por las estrellas su bondad multiplicada, girando sobre su unidad.
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Si la razón sigue a los sentidos, debe tener muy cortas las alas.
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Todas las cosas guardan un orden entre sí; y este orden es la forma, que hace al Universo semejante a Dios. Aquí ven las altas criaturas el signo de la eterna sabiduría, que es el fin para que se ha creado el orden antedicho. En el que hablo, todas las naturalezas propenden y, según su diversa esencia, se aproximan más o menos a su principio. Así es que se dirigen a diferentes puertos por el gran mar del ser, y cada uno con el instinto que se le concedió para que la lleve al suyo. […] La Providencia, que todo lo ordena, hace con su luz que esté tranquilo el cielo…
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-Por fijar siempre tu pensamiento en las cosas terrenales deduces oscuridad y error de las claras verdades que te demuestro. Aquel bien infinito e inefable que está arriba se lanza hacia el amo como un rayo de luz a un cuerpo fúlgido, comunicándose tanto más cuando mayor es el ardor que encuentra; de modo que la eterna virtud crece sobre la caridad a medida que esta aumenta; por lo cual, cuanto mayor número de almas se dirigen a él, tanto más amor hay allá arriba, y más allí se ama, reflejándose este amor de una u otra alma como la luz entre dos espejos. |
Pero si el amor de la suprema esfera dirigiese hacia el Cielo vuestros deseos, no abrigaríais tal temor en vuestro corazón; pues cuanto más se dice allí ‘lo nuestro’, tanto mayor es el bien que posee cada cual y mayor caridad arde en aquel recinto.
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No te asombres si la familia del Cielo te deslumbra todavía –me respondió-; es un mensajero que viene a invitar a un hombre a que suba. En breve, no sólo podrás contemplar estas cosas sin molestia, sino que te serán tanto más deleitables, cuanto más dispuesta se halle tu naturaleza a sentirlas.
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Marinero en tierra