El destino de Niall

Reencontrarse con los hermanos MacGregor y conocer de verdad a Niall ha sido un auténtico placer y me alegro muchísimo que Kate Danon haya publicado su historia, a pesar de que —en principio— no entraba en sus planes. No debe ser fácil para un autor enfrentarse a semejante tarea, pero el resultado no ha podido ser mejor.
Si las novelas previas de los MacGregor habían contenido amor, aventuras, intrigas y unos personajes maravillosos, El destino de Niall es la guinda del pastel porque volvemos a ver a Willow y Malcom cuatro años después, con el aliciente de que entran en escena nuevos secundarios y, por fin, su desaparecido hermano.
Niall es uno de esos personajes que encandilan aun sin saber mucho de él, así que el que sea el protagonista de su propio libro y que este comience como lo hace su novela es un gustazo para todo lector que se precie. Se trata de un hombre tan atormentado que ha preferido olvidar su pasado para no sufrir, sin embargo, la llegada de lady Rosslyn desencadena un giro inesperado en su triste existencia que él ni imagina.
Rosslyn es una joven adorable que te conquista desde la primera página y, es tal su dulzura, que deseas que todo le salga bien cuando vuelva a casa.
La capacidad de Kate Danon para dar vida a sus personajes es alucinante porque es justo eso lo que consigue con su narración, darles forma para que no solo resulten creíbles, sino que compartamos sus sentimientos y nos sumerjamos —capítulo a capítulo— en la Escocia de la época, a su lado. Quién puede resistirse, por ejemplo, a secundarios como los hijos de Will o Malcom, a Marie, a Annabella o Morag. Yo, desde luego, no. Y, además, a eso debemos unir: una trama bien planteada y meditada —en la que los hechos se suceden con el ritmo adecuado, sin precipitaciones, y cerrando todos los frentes abiertos—, que incluye momentos tiernos, divertidos, emotivos y de acción, y una portada preciosa. Qué más se puede pedir.
Está claro que El destino de Niall era protagonizar su propia historia y que los lectores nos maravilláramos con sus aventuras.