Me dejó con una sensación extraña, por un lado disfruté la historia porque desde un principio el autor a través de los correos electrónicos va mostrando la personalidad de los protagonistas y en ocasiones sin necesidad de colocar quién escribe es fácil identificarlo y la curiosidad por conocer cómo iba avanzando la historia hacía que no pudiera dejar el libro. Pero... el personaje de Emmi fue como verme en un espejo: con esa desesperación, impaciencia, impulsividad, curiosidad, posesividad y el querer hacer que las cosas sean como ella lo dice me provocó conflicto, bien dicen que aborrecemos lo que se parece a uno mismo y eso fue lo que a mí me pasó. Sin embargo, a pesar de todo esto, sé que en cuanto salga la continuación "Cada siete olas" lo compraré para leerlo... mi curiosidad puede más. |