Uno de mis eternos pendientes, con una trama archiconocida pero no por ello me ha gustado menos. Mientras leía las cosas que Charlie y su abuelo iban descubriendo en esta alocada fábrica, tenía un sonrisa permanente en la boca. He disfrutado como una con la imaginación desbordante del autor, la ambientación y el desarrollo de los personajes, tan diferentes como la propia novela, en esas situaciones tan atípicas, pero también he sentido el tirón de orejas como madre, por las veces que he cedido ante algún capricho de mis hijos. Si somos nosotros quienes los formamos, hagamos lo que hagamos, siempre nos vamos a equivocar, eso lo tengo asumido. Un maravilloso libro que se lee rápido y deja muchas emociones. Muy recomendable. |