La oración del sepulturero

Quisiera empezar reivindicando la figura como escritor de Darío Vilas, pues creo que es un gran escritor que hace tiempo que debería estar en boca de todos y codeándose en otros círculos. No me sirve de excusas que los géneros que toca o la forma cómo los toca no venden. Novelas como Lantana o El hombre que nunca sacrificaba las gallinas viejas, por decir dos de sus novelas, deberían tener decenas de ediciones y haber sido leídas por decena de miles de lectores y no ser un trofeo que tenemos algunos en la biblioteca de casa.
Y ahora quizás hable de más, que me perdone Darío, me puede la pasión; no sé yo hasta qué punto Darío ha querido esas decenas de ediciones ni a que puertas ha tocado. Quizás se sienta cómodo con esa gran pequeña familia que somos sus lectores, fieles desde el primer día.
Da igual. Si eres en buscador de talentos, te estoy avisando que te has topado con uno: Darío Vilas. No lo dejes escapar.

La oración del sepulturero se vende sola, pues estoy convencido que la mayoría de sus lectores pasaron antes por las manos de Marquitos en El hombre que nunca sacrificaba las gallinas viejas, que por cierto fue Premio Nocte 2014 a la mejor novela de terror nacional, aunque muchos también la clasificaron de negrocriminal. Y es que ese es Darío Vilas siempre jugando con los géneros para crear amalgamas geniales y personales.
Como siempre se dice, no es imprescindible haber leído antes la primera, pero en este caso os lo recomiendo encarecidamente. Además, hay edición nueva publicada por Cazador de ratas de El hombre quenunca sacrificaba las gallinas viejas, una de esas editoriales que siguen creyendo en escritores como Darío Vilas.

«Soy lamentable, tan ligero como cualquier cosa. Una masa uniforme y rezumante de melancolía.
Espero que ella no la haya notado».

El gran Marquitos no necesita de muchos artificios para hacer disfrutar a los lectores. Es uno de esos personajes que si no existiera se debería inventar. Se podría decir que su sola presencia llena el escenario y en La oración del sepulturero, además de seguir disfrutando de veinticuatro horas de verdadera locura, también podremos ver un poco la parte de atrás del espejo del personaje y creo que esa parte es una de las aportaciones más importantes de la novela.

Y de nuevo la isla Simetría, que en palabras del autor: «es un reflejo la de la parte oscura del ser humano, de la sociedad actual y de cada momento oscuro de nuestra historia. Es un estado mental». Y estoy con el autor. Creo que algunos escenarios reales no se encuentren tan lejos del concepto de Simetría. Es duro decirlo, pero el día a día nos da la razón y no voy a poner ningún ejemplo, tan solo poner las noticias o leer algún rotativo.

«Somos los nativos de un satélite caído, aposentado sobre el océano de un planeta que nos repudia y que se empeña en demostrar lo ha cada momento».

Darío sigue cosiendo las frases con mimo. Es un espectáculo leerlo, pues intentas buscar una palabra insignificante dentro de su texto y no eres capaz de encontrarla. La riqueza léxica salta a la vista con solo iniciar la lectura. Son de aquellas lecturas en las que aprendes cosas y sientes que tu yo escritor está muy lejos de materializarse.

En los peros, quizás me han faltado algunos que otros policías detrás de Marquitos después del espectacular primer capítulo. Ya entiendo que en Simetría la policía seguro que no es bienvenida, pero ya demostró en la primera novela que cuando quiere puede. No sé, alguna pequeña referencia más me hubiera parecido un tanto más lógico.
Y el final.
Debo reconocer que al final me ha dejado pasmado. Ha sido un poco inesperado. Tendrá que pasar un tiempo para poderlo asimilarlo.

Espero que estos peros no empañen tus ganas de leer La oración del sepulturero y todos los demás libros de Darío Vilas, pues estarías cometiendo un error.

RESEÑA PUBLICADA EN CRUCE DE CAMINOS
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