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Crítica de Guille63


Guille63
07 March 2023
No siempre procedo con estos comentarios de la misma forma, a veces no empiezo hasta terminar el libro, pero otros muchos los voy escribiendo a la par que avanzo en la lectura y así van cambiando, a veces mucho, a veces poco. El párrafo siguiente lo escribí, casi tal cual lo van a leer ustedes, más o menos hacia la mitad del libro.

Imagino a Rachel Cusk un día cualquiera ante la página en blanco de la reluciente pantalla de su ordenador. Algo quiere surgir pero nada se concreta. Toma la libreta que siempre lleva consigo y en la que tiene apuntadas cosas que se le han ido ocurriendo, que le han contado o ha oído por casualidad, ideas sugerentes de las que algún día podría echar mano. Va pasando las hojas, lee todas aquellas notas, una detrás de otra, y ninguna la seduce lo suficiente. Páginas y páginas de anotaciones que no acaban de cuajar, que no la empujan a esa primera frase que abrirá la puerta a todas las demás, algo que le viene ocurriendo desde el final de su matrimonio. Aun así, encuentra en algunas de ellas como un cierto aire de familia, quizás pudieran encajar en un libro de relatos, se dice. Y justo ahí surge la idea de “A contraluz”, historias que le van contando gente con la que se cruza, compañeros de trabajo, vecinos de asiento en un avión, viejos amigos y sus invitados, alumnos de un curso de escritura… No son relatos como tal, si acaso, RESÚMENES de esos relatos, como contándonos una película, con la particularidad de que son sucesos “reales”, con la ventaja de que pueden ser comentados por sus propios protagonistas, y aunque se miran desde el lado opuesto, desde el que oye, a contraluz, tienen el sello de que todos hablan de ella.

Pues bien, me hizo ilusión que la propia escritora explicara el por qué de esta forma de contar en el último capítulo —también lo del cuaderno de notas está en el libro— mediante el testimonio de una autora que era incapaz de escribir nada después de que un suceso que vivió la llevara a pensar que todo lo que se le ocurría podía ser RESUMIDO en una sola palabra.

“¿Por qué tomarse la molestia de escribir una obra extensa y magnífica sobre los celos cuando la palabra «celos» lo resumía todo?”

Algo que, por otra parte, parece sacado de una novela de Vila-Matas y, como seguramente pasaría en la novela del escritor español, la autora proyecta en su propia vida:

“Y no era solo los libros, también empezaba a pasarle con la gente, el otro día, tomando una copa con un amigo, al observarlo desde el otro lado de la mesa pensó «amigo», lo que la llevó a sospechar que su amistad había terminado.”

Sin duda una de las grandes partes de un libro en el que solo encontré un cierto bajón en algunos capítulos centrales, nada importante.

En muchos de ellos, la identidad es una de las cuestiones cruciales: cómo encontrarse a sí mismo, saber si hay un sí mismo, saber si se puede elegir quién queremos ser, cuánto de lo que se es se debe a la relación con los otros, cuánto de nosotros se queda atrás cuando los otros nos dejan o nosotros nos apartamos de ellos.

“…dudaba que, en el matrimonio, fuera posible saber qué eres de verdad o incluso separar lo que eres de aquello en lo que te has convertido por la otra persona.”

Un problema de la identidad relacionado a menudo con el tipo de relaciones que mantenemos con la pareja, con la familia, con los hijos. Un problema, este de la identidad, que podría ser hasta bienvenido, por lo novelesco, si se quiere ser escritor, un problema del que ni siquiera sabemos su profundidad pues la vida no siempre nos pone en situación de comprobar hasta dónde podríamos llegar. Una identidad que quizás no deberíamos buscar y simplemente deberíamos dejarnos llevar por la pasividad.

“Esos papeles de la vida que nos asfixian —continuó Angeliki— suelen ser proyecciones de los deseos de nuestros padres. La de esposa y la de madre, por ejemplo, es una existencia a la que solemos lanzarnos sin hacernos preguntas, como empujadas por algo ajeno a nosotras”

Un libro bastante pesimista en el que las relaciones hombre-mujer son siempre fracasos de los que nunca aprendemos, como niños que repiten el mismo acto una y otra vez en busca del placer inicial y olvidados del sufrimiento que siempre surge al final, cuando desaparece la intensidad con la que se originaron.

“El matrimonio es, entre otras cosas, un sistema de creencias, un relato, y aunque se manifiesta en cosas muy reales, sigue un impulso que, en última instancia, es un misterio.”

En la estantería lo he puesto junto a Departamento de especulaciones, yo creo que se llevarán bien.

“…así aprendí, continuó Paniotis, que mejorar las cosas es imposible y que la gente buena tiene tanta culpa como la mala, y que progresar tal vez no sea sino una mera fantasía personal”
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