“Tú y yo hacemos el amor como se levanta un edificio, como se eleva una casa, como se iza una vela. Es una tarea de dos, compartida, un trabajo delicado, cuyo premio está al final, en la hermosa consecución de la obra”. -"No me amas a mí, amas tu mirada -dice Aída”. “Nunca quise ser el sueño, de ningún hombre: yo soy mi propio sueño". "¡Por fin te he parido! -grita Aída por teléfono. Soy el recién parido y abandonado. Soy el que acaba de nacer y es lanzado al mundo sin la protección de la madre. Soy el huérfano de Aída. -Soy un hombre sin nombre -le digo a Raúl. Si ella no me nombra, soy un ser anónimo, despersonalizado, sin carácter, sin identidad”. |