Cromosomas que crean corazones

"Creo, sinceramente, que las personas tenemos en común que alguna vez en nuestra vida, hemos sentido o sentiremos miedo.
Yo soy más partidaria de esconderlo. Si ya es bastante duro sentirlo y llevarlo dentro, ¿cómo será para los demás, que sufren al vernos?
Y no me entienden; encima, ya es difícil de por sí la situación como para que alguien quiera involucrarse. ¿No os dais cuenta de que no quiero contagiar el negativismo ni vivir de vuestra compasión? ¡Dejad que viva con mi miedo! Así no se extenderá más allá...Por favor..."

Daño, destrucción. Esas son las verdaderas melodías de una sonrisa perdida, forzada a desaparecer.
Cuando la vida destruye estos gestos, también destruye sueños. Y esperanzas. Y amores. E infinidad de cosas más.
La vida rompe.
Pero...¿quién se fija de verdad en una sonrisa cuando lo que nos mueve son los acontecimientos?
Cierto, cierto, cierto... Acontecimientos.
Adiós sonrisa, adiós.

Cuando una persona pierde la visión en algún momento de su vida, y el daño se vuelve irreparable, teme perder sus recuerdos. Olvidar aquello que conoce, lo que sus ojos le han enseñado antes de darle la espalda.
Lógico tener miedo. ¿Seríamos los mismos al perder nuestras vivencias?
En realidad no se puede olvidar lo vivido, eso nos acompañará siempre: en nuestra piel, en cada una de nuestras células...Aunque es verdad que las imágenes se difuminan, y algunas incluso se pierden.
Las imágenes, pero no lo que llevamos grabado en la piel. No ese tipo de recuerdos.

- Mamá, me duele.
- ¿Qué te duele, hijo?
- Me duele el corazón. Mamá, páralo.

- Odette, ¿es posible enamorarse sin ver?
- Pues claro que sí, mi niña. Los escultores se enamoran de sus obras antes de verlas. ¿Por qué crees que se arriesgan a darles vida?

Somos cazadores de sonrisas y siempre vamos armados.

- Los corazones están sobrevalorados.
- Eso, Korrigan, es porque las personas le hemos atribuido un sentimiento tan hermoso, que somos incapaces de verlo feo y horrible como dices. De ahí que los corazones se hayan transformado. Su función real es bella: nos mantienen con vida, como tú misma has dicho. Pero, ¿y el amor? El amor, igual.